martes, 24 de abril de 2018


1. Brígida



De ella podría decirse que pertenece a la saga de sacerdotisas capaces de alumbrar a las tinieblas. Vaga por las constelaciones y de ellas extrae toda la sapiencia que la corona como lectora de fortunas y redentora de infortunios. A estos suele suavizarlos para evitar con ello la laceración que supondría añadir daño al daño presente. Maneja la calma como si de ella dependiera el viento mecedor de voluntades y siempre adereza el consejo. Posee el porte que la sangre le dio y a ella se aferra para construir una vena comunicadora a través de los tiempos. Pasados que justifican presentes y futuros por llegar la envuelven en el misticismo de la cercanía de su rugido. Leona firme en sus convicciones, defenderá a su camada con cualquier tipo de argumento que desbanque al taimado en su aproximación. De los inciensos construirá nubes de volutas sensoriales mientras las líneas de las manos se apresuran a mostrarse. Hará suyo el reto de proporcionar equilibrio a quien carece del mismo y desconoce el fiel de la balanza que ella le ofrece. Transita de parte a  parte para dejar su huella en toda pisada que lleve su firma. Aprendió a leer entre las líneas del augurio lo que a los comunes se nos escapa y de su verbo construye el confesionario al que aproximarse. No habrá penitencia por graves que sean las faltas. Ni las administra ni las promulga. Alga agarrada al mar de tormentas en las que la fe en sus posibilidades se convierte en la ensenada protectora de todo naufragio. Ella, trashumante mesetaria, sabe que entre las calizas y el agua está su Sangri-La a la espera de su cíclica venida para reponer energías. Mirará hacia el perfil de la noche buscando entre las luminarias el parpadeo cómplice de los enigmas por desentrañar. Y todo lo hará sin reclinar su pensamiento. Podrá interpretarse como soberbia lo que no deja de ser un abierto postulado de intenciones irrenunciables. Tenedla próxima. En esa proximidad  comprenderéis el porqué de la calma que os empieza a envolver. Aquello que fue problema empezará a dejar de serlo y las turbulencias darán paso al sosiego. Después, como si el mérito no le perteneciera, sonreirá y sabrá que su misión ha concluido. De ti dependerá a partir de entonces seguir un camino u otro. Ella puso los letreros y serás tú quien decida qué ruta merece más la pena. Dirá hasta pronto porque no sabe de despedidas. Las conoce como puertas celadas y no las admite en absoluto como cerrojos oxidados.

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