Los signos del zodíaco y su carácter
Llevado por la curiosidad de conocer lo que de
sobra se sabe, llegó a mis manos. Este tomo que firma Linda Goodman no deja de
ser un compendio de aseveraciones más o menos afortunadas que abren el
horizonte a aquel que quiera imaginar o deducir caracteres lejanos, cercanos,
fidedignos, increíbles. La cuestión estriba en dar pinceladas a cada duodécima
fracción del horóscopo para descubrir en cada tránsito galáctico virtudes y
defectos. Separa la lectura por sexos, filiaciones familiares, compañeros de
trabajo y todo un abanico de posibilidades sobre las que sustentar sus
razonamientos. Juega, como no podía ser de otro modo, con la ilusión de verse
reflejado para afirmar hacia tus adentros cómo la galaxia entera sabe de ti más
de lo que tú pudieras imaginar. No se enfrasca en galimatías de cartas astrales
que pudieran abocarnos al aburrimiento; más bien se conforma con trazar a
carboncillo nuestro propio retrato en un acto de autoconocimiento. A cada
renglón le sigue una situación vivida o soñada que intentas adjuntar como
testigo de lo leído y probablemente acabes dando por ciertas las conjeturas que
plantea. Miras las líneas de la mano por si algo se te ha escapado y asomas tu
vista hacia el firmamento despejado en la noche y te imaginas sumido en mitad
de acuario y aries. Todo cuadra y a nada que te lo propongas estarás buscando
más información sobre ti y todos los semejantes a ti. Incluso los dispares a ti
te llamarán la atención. Puede que intentes justificar sus errores y
sobrevalorar sus tinos. Todo sirve si se trata de embarcarte en la ilusión que
estas líneas te ofrecen. Es verano,
hiciste siesta, el sueño no acude y las chicharras se suman al trasnoche. Pasas
al horóscopo siguiente y continúas con la labor de taxidermia mental. Siempre
aparece el modelo exacto que se ajusta lo descrito y así vas acumulando sapiencias
de escasa duración. Si por un casual el rostro discordante se intenta abrir un
hueco, lo arrinconarás, dudarás de su pertenencia y en el peor de los casos
creerás que la excepción no confirma la regla. Has iniciado como aprendiz un trayecto
y no se trata de que la decepción llegue a ti. Cada cual será el exponente
claro de todo lo que este estudio pseudocientífico acredita y, en todo caso, Zoroastro
velará por ti más de lo que tú mismo imaginabas. A punto de concluir el
desvelo, justo a mitad del paseo astral, dejarás el tomo encima de la mesita.
Que el rayo de luna incida o no sobre sus tapas dependerá de las ganas que
tengas de levantarte para cerrar la ventana.
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