jueves, 23 de enero de 2014


Tomás y Emilio

Diríase de ellos dos que son los antagonistas de un mismo guion que el día a día va confeccionando. Réplicas de  Sacco y  Vanzetti donde la anarquía se les viste de placeres y a ellos se encomiendan. Trajeron de la vertiente del Cabriel la cascada de cristalinas que vi llorar aquella vez que las crucé desde el asombro de la niñez. Chorreras que en ellos no alumbran uniformes a desfilar por los patios de armas dispuestos a golpear voluntades democráticas por las que apuestan. Y su apuesta no será un cheque en blanco que aquel electo tome como patente de corso. Caso de que así lo supusiese deberá estar dispuesto  a cocer al calor de la crítica su insolencia. Uno nació bajo los auspicios de Rousseau y éste le bautizó desde el lema revolucionario dando nombre a su protagonista. Las barricadas las expande en las explanadas vertebradoras de las gilipolleces ajenas. El otro, cómo no, da fe de la tozudez del santo que no creyó mientras no vio. E incluso viendo, sigue preguntándose si las llagas no son meros atrezos  de quien se quiere hacer pasar por mártir buscando compasiones a modo de plácemes. Síndico de los derechos que reclama mientras pasea al can francés que le simula y convierte en el marqués versallesco para confundir al oponente. Todo tipo de pócimas vertieron en sus marmitas y de ellas extrajeron las sinergias que les volatilizan a sueños por conseguir entre risas y placeres que otros catalogarían de pecaminosos. Rotundo uno y prudente el otro, han logrado holgar entre los calendarios que otros aún mantienen sobre las paredes de las prisiones que las labores exigen. Y ven pasar desde la atalaya del reclamo a los que quieren dar de sí mismos la imagen que más vende a su favor. Astutos descubrirán las verdaderas intenciones y de su boca saldrá la primera reclamación a pie de obra. No buscan fanfarrias ni alharacas que les encumbren porque prefieren mirar de frente a sustentarse desde el púlpito soberbio de la superioridad. Canallas de la simpatía que buscarían un hueco en Hyde Park cualquier domingo para rebatir soflamas con las que por principio no comulgarían. Por eso, si alguna vez, incautos de nosotros nos topamos con ellos y decidimos dar paso al debate, hemos de saber que la derrota nos acompañará en tal lid. Convencerán mientras socarronamente nos escruten y lancen un juicio sobre nuestras entendederas, que gracias Dios, o mejor, gracias a Marx, tendrán a bien no espetarnos para no hundirnos en la miseria del raciocinio vencido. Mientras ese momento llega, sé que seguirán pensando en cómo he pincelado este boceto. Las noches son demasiado largas, amigos, y el sueño se acorta con la edad.

Jesús(defrijan)

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