domingo, 19 de enero de 2014


El faro

He decidido acercarme a tu costa. Sí, a esa en la que la intensidad de las mareas la marca el latir de tu corazón y en ellas lanzar al temeroso navegante que rema con las palas de la inseguridad. Ese que incauto no percibe la inocencia de sus anhelos ni la atemporalidad de sus sueños. Ese que naufraga entre adversidades que originan los minúsculos desaires que el desamor le provoca. Ese que será capaz de aventurarse en el mar de tus promesas arriesgándose en tu no cumplimiento. Nada importa. Ve que el tiempo va seccionando aquello que le nació y no está dispuesto a dejarse arrebatar aquello que ansía. Ha vivido tantas vidas ajenas que el tiempo lo fue desgastando convirtiéndolo en el reflejo del acantilado que batido por el oleaje mora a mis pies. He iluminado rutas más allá de los convencionalismos mercantiles y bajo mi luz nacieron esperanzas de amores eternos en quienes se soñaban eternos enamorados. Fue común que a mi sombra trajesen  las promesas que los reflejos de la noche daban por ciertas. Aquí  compartieron dichas anticipadoras y de aquí partieron bajeles de caricias remando en común. Aquí regresa  éste que las hizo suyas buscando el origen que yacía en sus recuerdos con los remos anhelantes del retorno al camino que un día dejó inconcluso. Sus pasos, menos vivaces que antaño, surcan las huellas de la memoria y tu nombre regresó. Y contigo llegaron las largas noches de veranos eternos en los que os buscasteis  apurando las horas. Sabían a perecedero y el tiempo y la llegada del próximo día se les hacía un mundo. Y así, en un ciclo infinito, las idas y venidas no han logrado desgastar a quien ahora está condenado al olvido. Pasaré a ser una reliquia, a plasmarme en instantáneas como muestra de haber estado. Si fuesen capaces de leer entre mis piedras comprobarían la verosimilitud de lo narrado. Apagarán mis luces pero no serán capaces de enmudecer mis vivencias. Por eso quiero alargar mis pasos hacia el acantilado desde el que siempre me he sentido deudor. Quiero despeñar por él a todas las promesas incumplidas, a todos los abrazos no fundidos, a todos los amores solitarios. Al mar lancé la mirada y de él me regresaron sonrisas. Sé que con ellas regresarán los silencios clausurados entre rejas de pudores y los pensamientos guardados en la intimidad. Sé que el miedo a no ser correspondidos ha sido el encargado de encerrarlos bajo llave y por ello les compadezco.

 

Jesús(defrijan)

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