El Ladrón de Sueños
Cuenta la leyenda que nadie supo exactamente cómo les vino ni
desde hacía cuánto. Lo cierto era que cada día en el que las sombras buscaban
su hueco, el espíritu del Ladrón de Sueños se presentaba de repente, sin previo
aviso. No seguía más que las directrices del plano que las luces parpadeantes
ofrecían. Sigiloso se aproximaba a las paredes y a través de ellas lograba
sopesar los estados de ánimo de aquellos a quienes el sueño echaba sus redes. Y
llegada la medianoche, su danza se abría desde el boceto de la necesidad, del
desengaño, de la esperanza. Dicen que si en alguno sospechaba inquietudes, un
soplo de estrellas les era remitido y en él encontraban el consuelo buscado.
Relatan cómo ofrecía inspiración a aquellas manos que atropellaban dedicaciones
en el duelo contrarreloj que planteaba la oscuridad. Juran que cubría su rostro
con las nubes que los rocíos tendían a su paso para no ser reconocido y así
delatado. Todos imaginaron su rostro y entre los niños se extendió su leyenda.
Ninguno tuvo miedo, porque sabían que este Ladrón de Sueños no daba motivos al
temor. Desde temprana edad sus mayores anticipaban sus sueños con los relatos
que de él se contaban. Él, sereno de
empedradas callejuelas, serpenteaba
buscando abrir corazones, limar heridas, cerrar penurias. Bajo su
influjo las horas bailaban a los acordes de las necesidades que el alma exigía
y aquel que se le ofrecía conseguía su auxilio. A su amparo nacieron paralelos
futuros que quienes los disfrutaron supieron agradecer. Veló los negros para
convertir a sus augurios en simples pruebas de superación. Raptó las horas del
descanso a aquellos que usaban del poder para el abuso y con ellas redimió a
las víctimas de los mismos. Todos sabían quién ocasionaba las desazones en unos
y la paz en los otros. Unos temían la llegada de la noche y otros la esperaban
ansiosos. Todos sabían que posiblemente les esperaba la recompensa o la
penitencia que habían labrado con sus acciones. El Ladrón de Sueños se
encargaría como siempre había hecho de equilibrar los sentimientos. Por eso,
cuando llega la noche, quien más quien menos, sabe a ciencia cierta que sus
horas estarán contadas para, cuando pase por sus conciencias, hará uso de las
mismas. Empieza a oscurecer. Es el momento de revisar si nuestras opciones
serán aquellas que verdaderamente merecen
la pena. Buenas noches; ya se acerca
y teme ser descubierto.
Jesús(defrijan)
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