viernes, 24 de febrero de 2017

23-F


Aquel lunes de Febrero de 1981 más parecía un día primaveral que otra cosa. Como de costumbre, las vísperas falleras aportaban la luminosidad a las calles y todo empezaba a renovarse en un nuevo ciclo vital. Desde bien temprano, unos cuantos pendientes del examen de Pedagogía del día siguiente, decidimos recluirnos en una vivienda que los padres de Julián tenían por Tres Forques y dar cumplido repaso al temario que la señorita Ciscar tuvo a bien plantear como prueba de semestre. De modo que entre los apuntes se vinieron a sumar los preceptivos bocadillos y los botes de refresco para no perder tiempo en buscar otros lugares donde comer. Todo transcurrió según lo previsto y a eso de las siete de la tarde, cada uno dio por concluida la reclusión y regresamos a casa.  La tarde invitaba al paseo y las piernas lo precisaban. Por ello, unos cuantos optamos por dar un rodeo que sirviese de distracción. El noticiario de la  2 que dirigían Joaquín Arozamena y Victoria Prego suponía un paso obligado por la actualidad y su cita era ineludible. Llegué puntual y al encender el televisor la carta de ajuste, me dio la bienvenida. Pasaron los minutos y algo fallaba. Ni se asomaban los locutores ni aparecían programas de relleno a los que pedir explicaciones. Así que opté por las ondas radiofónicas y ante mi  sorpresa solamente emergían notas de desfiles militares. Algo no iba bien. Algo se salía del guion establecido. Algo no casaba con las esperanzas de aquella incipiente democracia. Llamadas al orden por parte de quienes tan acostumbrados estaban al mando nos conminaban a un encierro doméstico bajo pena de arresto o quién sabía que otra ocurrencia punible por parte de los galones cuarteleros. De los acontecimientos posteriores, aquellos que ya los vemos en la distancia, damos fe y no es necesario recordar el miedo involucionista que nos invadió. De las implicaciones de tal o cual estamento se cernió una nube de incógnitas sin resolver que dieron como resultado el encarcelamiento de aquellos militares conspiradores. Pero desde entonces, cada vez que se renueva la fecha, no puedo dejar de buscar la respuesta a aquella pregunta de “Cui prodest?” ( ¿Quién se beneficia?), y la respuesta sigue sin aparecer. Aunque bien pensado, sí que la sé; es más, sospecho que más de uno la sabe y sigue mirando tontamente buscándola para no sacar los pies del tiesto. Este país se ha acostumbrado de tal modo a la conformidad que todo nos resbala y nos parece bien. ¡Qué curioso que hoy, precisamente  hoy, un nuevo 23-F vuelva a lanzar al viento las pistas sobre la respuesta a aquella inocente pregunta! ¿Qué quién se benefició? ¿Qué quién sacó y sigue sacando provecho de aquello? ¡Vamos, anda, no me digas que no lo ves! Por cierto, aquel examen lo aprobamos. Los que aún no han aprobado la asignatura llamada democracia son quienes se siguen saltando esa misma pregunta en el examen anual al dejarla en blanco para no comprometerse y prefieren ser señalados como indignos representantes del pueblo que todo les aprueba sin necesidad de recluirse a estudiar temarios.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario