Minibolsillos
Debe ser o al menos a mí se me escapa otra razón que así lo
justifique. No es que sea demasiado aficionado a llevar muchos trastos encima,
pero al menos los más imprescindibles, sí. Las llaves en su correspondiente
llavero que sería el deseo de cualquier sereno, el paquete de pañuelos de
papel, el mechero vacío de gas como reliquia de aquellos tiempos de fumador y
por supuesto, el móvil. Y aquí es cuando el dilema sale a la arena y el
concepto de proporción inversa cobra pleno sentido. Veamos si no cómo explicar
de modo convincente el hecho de enlazar en un nudo coherente el tamaño
creciente del Smartphone con el cada día más menguante volumen del bolsillo.
Llegué a pensar que un defecto de fabricación había reducido el hueco de las
perneras en contra de la voluntad del diseñador del patrón. Busqué en las
estanterías al semejante que acreditase tal suposición y al no encontrarlo me
di por vencido. Efectivamente, los bolsillos se habían convertido en mini
huchas y había que resignarse. Poco importaban las necesidades de acomodo del
material mínimo de supervivencia en el día a día actual. La moda mandaba y de
ti dependía el resolver el enigma de acomodar tus pertenencias en tan diminuto
hueco. Tras no pocos intentos, mitad de móvil salía de tu trasero e intentaba
suicidarse contra los adoquines de la calle al menor contoneo de tu culo. El
monedero pedía árnica hacia su asfixia entre los pespuntes delanteros. El
billetero expandía a duras penas las tarjetas de crédito que simulaban estar
encerradas en un hammam involuntario. Y las llaves, ellas por sí solas,
defendían su territorio convirtiéndose en cilicios purgantes hacia tus pliegues
dérmicos. De modo que a la brevedad del paso se fue uniendo el rosario de
argumentos para poder conciliar la correcta distribución con la comodidad. Tras
no pocos debates monologados, sigo igual. No encuentro una explicación
razonable ante semejante mengua de forro. Si se trata de abaratar costes, me
parece lamentable que sea a costa de tan singulares talegos. Si se trata de
posmodernidad, que valoren en qué meridiano de las perneras añadir algún nido a
modo de consigna. Si se trata de
promover el liviano equipaje de cada quien, entonces sí, entonces daré por
bueno el nuevo diseño. Será el momento de salir con lo puesto y ya de paso
dejar de ser esclavos de la amenaza nomofóbica que nos angustia a la más mínima
ocasión. Mientras esa decisión llega,
por favor, tengan a bien restaurar proporcionalmente a esos impagables huecos que tanto auxilio nos
proporciona cuando los tanteamos antes de cruzar el umbral y satisfactoriamente
nos responden “lo llevas todo”
No hay comentarios:
Publicar un comentario