lunes, 6 de febrero de 2017

Tiempo entre costuras


Una novela más situada en los prolegómenos de la Guerra Civil Española del 36, en la que una joven modista se deja arrastrar por el amor y abandonando Madrid se instala en Tánger. Sira, la protagonista enamorada, considera a su amante Ramiro como el hombre de su vida y poco a poco las circunstancias empiezan a sacarla de su equivocación al así comprobar la piel de tahúr que lo viste. A punto de tocar fondo se le brinda la oportunidad de colaborar con los servicios de espionaje y hete aquí que la costurera pasa a ser un elemento clave en ese turbio mundo de secretismos vestidos de etiquetas y uniformes. Lectura fácil y quizás con cierto regusto a “me lo imaginaba”. Puede que esa fuese la clave de su éxito que acabaría traspasando el papel impreso hacia la miniserie televisiva. Bueno, pues muy bien, tampoco se trata de estar siempre enfrascados en lecturas sesudas que abotarguen el cerebro en los momentos de ocio lector. El incesante ir y venir de la trama parece que se da codazos con los protagonistas de la contienda a punto de subirse al vuelo de  “El Dragón Rapide” y enfrascarse en la lucha fratricida. El cruce del Estrecho lleva consigo ese halo de misterio que las chilabas parecen acompasar por los zocos magrebíes. Los pespuntes de la confecciones se disfrazan, y nunca mejor dicho, de diccionarios Morse sobre los que traducir consignas y enviar ordenanzas. Vamos una especie de Mata-Hari sin la perfidia de esta. Caso se abrirse de nuevo el canal de la Historia Contemporánea, nuestra querida Sira debería ocupar un puesto de relevancia en la misma y por un momento la justicia se haría presente. Si luego, conforme pasan las páginas, a más de uno le viene a la memoria la imagen de alguna de aquellas señoras de alambradas de perlas sobre sus cuellos  que bien pudieron prestarse a ser espías, debe darlo por bien leído. Nada hay más reconfortante para este tipo de lectores que creerse, por un momento, capaces de desenmascarar a quien nadie sospechaba ser lo que es. Aquella etapa de nuestra historia está todavía inmersa en una nube gris de incógnitas que quizás novelas como esta son capaces de iluminar. No para resolver pasados, sino más bien, para entender cómo pudo perpetuarse en el tiempo un modelo político social como aquel que vivimos. Echemos mano del álbum fotográfico que tengamos por casa que igual acabamos descubriendo a alguna Sira similar que ignorábamos. Y caso de no descubrirla, imaginemos qué hubiera podido pasar de haber podido cambiar el curso de los acontecimientos. O por qué las solapas, los dobladillos, o cualquier otro tipo de costuras, se niegan a entregarnos un mensaje cifrado que nos empeñamos en descubrir en los trajes del ayer.

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