Carmen
Granell
Hace calor, amiga mía, hace calor. Por
más que el calendario se empeñe en permanecer en el invierno, hace calor. Por
más que Febrero se resista a abandonarnos para dar paso a la Primavera, hace
calor, mucho calor. Y sabes que lo hace porque desde siempre has sabido ver el lado
más apetecible de la existencia, el más acogedor, el más deseable. Tú, amiga
mía, tú que abanderas las etapas que traspasan los ciclos intentando sacar de
ellas unos corolarios de los que extraer lecciones y aprendizajes, sabes que
hace calor, por más borrascas que intenten aproximársete para helar tu sentir.
Has sabido forjar el fiel del yugo sobre el que derrotar al nudo gordiano que alguna
vez intentó amordazarte. Y lo has hecho sin alharacas ruidosas ni aspavientos
innecesarios. Tú, querida Carmen, has desplegado a través de los meridianos los
pasados para que aquellos que se pavonean de desconocerlos sepan a qué atenerse
cuando la derrota les llegue. Tu pez, que sereno te lleva al cobijo de la arena,
echa un pulso a su gemelo inquieto que le incita a aventurarse más allá de los
salitres sin perder el rumbo, la compostura, el saber estar. Sabes leer entre
líneas las pasiones desatadas por historias que haces tuyas desde la firma
ajena. Poco importa si el capó protector de tus secretos no cierra
adecuadamente. Nada en ti tiene doblez, ni sesgos mezquinos. Huyes del daño por
saber que del daño nada se aprende y vives con la esperanza de transmitir una
firmeza que te forja completamente. Sabes del significado del sacrificio y lo
conviertes en un exponente de elegancia cada vez que las espigas del arroz no
sembrado intentan herirte. No podrán conseguirlo. Son conscientes de tu valía y
con ello de su derrota. De la envidia te proteges para no añadir más leña al
fuego innecesariamente. Te sabes feliz y repartes a sabiendas con quienes te
compartimos tiempos esa felicidad. Nadie
como tú sabe llorar hacia dentro para evitar sufrimiento mimético. Te dolería a
ti más que a ellos si así sucediera, y eso no te lo perdonarías. Sabes que hoy
se prenderán las velas y con ellas surcarás de nuevo las mediterráneas
ilusiones a bordo de la galera del cariño de quienes te saben cercana.
Disfruta, viaja sin descanso por la Ítaca de tus sueños cumplidos y los
próximos a cumplirse. Pero sobre todo, amiga mía, nunca dejes de tararear la
canción que hace de ti a la corista almodovariana que todos te sabemos. Hace
calor, Carmen, ya lo creo que hace calor, por mucho empeño que muestre este día
en llevarnos la contraria. Disfrútalo; te lo mereces.
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