jueves, 22 de febrero de 2018


Carmen Granell



Hace calor, amiga mía, hace calor. Por más que el calendario se empeñe en permanecer en el invierno, hace calor. Por más que Febrero se resista a abandonarnos para dar paso a la Primavera, hace calor, mucho calor. Y sabes que lo hace porque desde siempre has sabido ver el lado más apetecible de la existencia, el más acogedor, el más deseable. Tú, amiga mía, tú que abanderas las etapas que traspasan los ciclos intentando sacar de ellas unos corolarios de los que extraer lecciones y aprendizajes, sabes que hace calor, por más borrascas que intenten aproximársete para helar tu sentir. Has sabido forjar el fiel del yugo sobre el que derrotar al nudo gordiano que alguna vez intentó amordazarte. Y lo has hecho sin alharacas ruidosas ni aspavientos innecesarios. Tú, querida Carmen, has desplegado a través de los meridianos los pasados para que aquellos que se pavonean de desconocerlos sepan a qué atenerse cuando la derrota les llegue. Tu pez, que sereno te lleva al cobijo de la arena, echa un pulso a su gemelo inquieto que le incita a aventurarse más allá de los salitres sin perder el rumbo, la compostura, el saber estar. Sabes leer entre líneas las pasiones desatadas por historias que haces tuyas desde la firma ajena. Poco importa si el capó protector de tus secretos no cierra adecuadamente. Nada en ti tiene doblez, ni sesgos mezquinos. Huyes del daño por saber que del daño nada se aprende y vives con la esperanza de transmitir una firmeza que te forja completamente. Sabes del significado del sacrificio y lo conviertes en un exponente de elegancia cada vez que las espigas del arroz no sembrado intentan herirte. No podrán conseguirlo. Son conscientes de tu valía y con ello de su derrota. De la envidia te proteges para no añadir más leña al fuego innecesariamente. Te sabes feliz y repartes a sabiendas con quienes te compartimos tiempos esa felicidad.  Nadie como tú sabe llorar hacia dentro para evitar sufrimiento mimético. Te dolería a ti más que a ellos si así sucediera, y eso no te lo perdonarías. Sabes que hoy se prenderán las velas y con ellas surcarás de nuevo las mediterráneas ilusiones a bordo de la galera del cariño de quienes te saben cercana. Disfruta, viaja sin descanso por la Ítaca de tus sueños cumplidos y los próximos a cumplirse. Pero sobre todo, amiga mía, nunca dejes de tararear la canción que hace de ti a la corista almodovariana que todos te sabemos. Hace calor, Carmen, ya lo creo que hace calor, por mucho empeño que muestre este día en llevarnos la contraria. Disfrútalo; te lo mereces.

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