El
primer día del resto de tus días
Hoy los reclamos de las aulas solicitan tu
presencia para añadirte a los que, como tú, buscáis seguridades futuras. Atrás
han quedado los textos que tantos sacrificios exigieron desde las
incomprensiones en sentido doble. Allí duermen los horarios de obligado
cumplimiento y las huellas de los pupitres que tantas jornadas vigilaron a tus
ilusiones. Has cruzado, y aún no eres consciente de ello, el Rubicón, para conquistar la Roma de tu elección. Te esperan
las mismas incógnitas que
cualquier mudanza conlleva y en ellas mismas encontrarás las soluciones.
No te plantees más allá de los que tu ilusión trace porque la vida camina más
deprisa de lo que nos gustaría. Goza del aprendizaje y comparte lo sabido para que ese lado humanista que sé que te
abriga no pierda el pulso ante el egoísmo.
Piensa que todo lo que llegue a ti ha de salir de ti en un futuro y que
los destinatarios no merecerán otra actitud que la nacida del corazón puro que te bombea. Rechaza el rencor
ante quienes te defrauden porque sólo acumularás grises a la blancura de la
existencia que mereces. Haz partícipe de tu alegría a quien se te aproxime
porque es la llave maestra que abre toda puerta cancelada por el recelo. Huye
de taimados planteamientos que busquen hacerte de dudar de tu valía como
persona. Sólo así les demostrarás que tu precio no se mercadea, que se pesa con
el fielato de la balanza de la justicia. Con todo ello, hija mía, habrás
extendido la alfombra necesaria para que tu avance no lastime tu paso ni hiera
tu huella. Eres y serás tan hermosa como tus actos testifiquen y jamás pasarás
desapercibida porque todos te querrán cercana. Y sobre todo, Loreto, en los momentos de duda, siente. Sólo si anticipas el sentimiento al pensamiento el pulso de la encrucijada lo ganará el
primero. Hoy empieza tu nuevo calendario en el que la bata blanca resguarda al
tesoro más preciado que cualquier pirata hubiese deseado conseguir y que yo,
gracias a la fortuna de los vientos a
favor, abordé como padre. Leva anclas y que la suerte guíe tus pasos mientras
las salinas aguas del futuro se te abren complacidas. Yo cuidaré del faro desde
el acantilado de la alegría por si alguna vez las turbulencias caprichosas de
las mareas te plantean dudas ante la ruta a seguir.
Jesús(http://defrijan.bubok.es)
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