martes, 9 de septiembre de 2014


     El ángel de Santa Sofía

Con cierta inquietud emprendimos el viaje y al Bósforo destinamos nuestros pasos.  No es que fuese uno de los apetecibles, a priori, lugares a visitar pero la fortuna de la inconsciencia así lo decidió. Explayarme en las maravillas que Estambul, o sea Constantinopla, o sea Bizancio, nos reservaba sería demasiado prolijo y harto innecesario  como competidor de catálogos turísticos al uso. De todas ellas,   me detendré en Santa Sofía, a petición del  ángel. Parece ser que en sus múltiples construcciones y reconstrucciones hubo un tiempo en el que le tocó el turno a la cristiandad. De modo que así se dispuso a ser edificada bajo mandato de Constantino allá por el año trescientos sesenta de la Era Cristiana. Ahorraré los detalles que los historiadores manejan mejor que yo y me sumergiré en la leyenda propiamente dicha. Cuentan que los trabajadores trabajaban con ahínco para tenerla terminada en tiempo y forma adecuada. Por eso, aquella tarde en la que el ángel enviado por Dios, descendió a supervisar las obras, la sorpresa vino a hacerse presente en el alado mensajero al ver cómo uno sólo de los obreros estaba a pie de obra con los brazos cruzados. Al inquirir sobre la ausencia del resto de peones, éste   le comunicó al ángel que se habían ausentado a reponer fuerzas ante tan gran esfuerzo. Dicho lo cual, el enviado, urgió a su pronta reincorporación a la obra ya que era deseo del Altísimo que se trabajase sin descanso hasta ver concluida la Basílica. El vigilante adujo que él era el encargado en ese día de vigilar para que los materiales no fuesen robados por aquellos amigos de lo ajeno y ser empleados en otras edificaciones. Ante tal opción, el ángel le propuso que fuese a buscar inmediatamente a sus compañeros de fatigas y él se ofrecería gustoso a ejercer de custodio de la obra mientras  retornaba  con el recado cumplido. Así que el albañil raudo fue a comunicarlo a sus colegas y éstos impidieron su vuelta definitiva aplazándola sine die. Desde aquel día, un ángel vigila mientras sigue esperando el regreso de aquel que fue a buscar a sus compañeros y cuida en grado extremo de los muros, cimientos, bóvedas y demás componentes que Sana Sofía ofrece al visitante que tiene la suerte de sumergirse en su grandeza.  Por eso, amigos míos, sabed que si  alguna vez la visitáis tendréis la posibilidad de llevaros únicamente el recuerdo que  para el ángel custodio, no supone delito alguno.

 Jesús( http://defrijan.bubok.es)

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