El
ángel de Santa Sofía
Con cierta inquietud emprendimos
el viaje y al Bósforo destinamos nuestros pasos. No es que fuese uno de los apetecibles, a
priori, lugares a visitar pero la fortuna de la inconsciencia así lo decidió.
Explayarme en las maravillas que Estambul, o sea Constantinopla, o sea
Bizancio, nos reservaba sería demasiado prolijo y harto innecesario como competidor de catálogos turísticos al
uso. De todas ellas, me detendré en
Santa Sofía, a petición del ángel.
Parece ser que en sus múltiples construcciones y reconstrucciones hubo un
tiempo en el que le tocó el turno a la cristiandad. De modo que así se dispuso
a ser edificada bajo mandato de Constantino allá por el año trescientos sesenta
de la Era Cristiana. Ahorraré los detalles que los historiadores manejan mejor
que yo y me sumergiré en la leyenda propiamente dicha. Cuentan que los
trabajadores trabajaban con ahínco para tenerla terminada en tiempo y forma
adecuada. Por eso, aquella tarde en la que el ángel enviado por Dios, descendió
a supervisar las obras, la sorpresa vino a hacerse presente en el alado
mensajero al ver cómo uno sólo de los obreros estaba a pie de obra con los
brazos cruzados. Al inquirir sobre la ausencia del resto de peones, éste le comunicó al ángel que se habían ausentado
a reponer fuerzas ante tan gran esfuerzo. Dicho lo cual, el enviado, urgió a su
pronta reincorporación a la obra ya que era deseo del Altísimo que se trabajase
sin descanso hasta ver concluida la Basílica. El vigilante adujo que él era el
encargado en ese día de vigilar para que los materiales no fuesen robados por
aquellos amigos de lo ajeno y ser empleados en otras edificaciones. Ante tal
opción, el ángel le propuso que fuese a buscar inmediatamente a sus compañeros
de fatigas y él se ofrecería gustoso a ejercer de custodio de la obra mientras retornaba con el recado cumplido. Así que el albañil
raudo fue a comunicarlo a sus colegas y éstos impidieron su vuelta definitiva aplazándola
sine die. Desde aquel día, un ángel vigila mientras sigue esperando el regreso
de aquel que fue a buscar a sus compañeros y cuida en grado extremo de los
muros, cimientos, bóvedas y demás componentes que Sana Sofía ofrece al
visitante que tiene la suerte de sumergirse en su grandeza. Por eso, amigos míos, sabed que si alguna vez la visitáis tendréis la posibilidad
de llevaros únicamente el recuerdo que para el ángel custodio, no supone delito
alguno.
Jesús( http://defrijan.bubok.es)
No hay comentarios:
Publicar un comentario