martes, 9 de septiembre de 2014


    Soria

“ De poetas y loco, todos tenemos un poco” reza el dicho popular  y así debe de ser desde el momento en el que tu yo interior no cuadra con los del resto. De ahí que mis sospechas de no cordura salgan a la luz en el momento en el que reviso desde el interior las vivencias que en escasas horas me dejó Soria. Llegar y sentirte como en casa, como en el sitio que siempre te estuvo esperando, fue cosa hecha. Transitar por el Románico de sus aceras consiguió transportarme a aquellos tiempos en los que la pulcritud de las piedras andaba pareja a los temores inducidos para mejor sometimiento de las castas inferiores siempre amenazadas con las iras divinas convenientemente manipuladas. Dar un salto de Santo Domingo a San Juan de Rabanera y toparse con las Estatuas de los Ilustres me hizo sentir insignificante oteador de pasadas glorias y perennes legados. Metros más arriba, el Olmo de Machado, ejerciendo de testaferro, abría su sombra a quienes nos asomamos al verso el maestro. Y ahí abriendo la senda del sentimiento,  a la falda del Catillo, el Camposanto en el que Leonor reposa con el zurrón preparado para una futura andadura común con el poeta. De frente, las siluetas de ambos forjadas sobre el Mirón, vigilantes del Duero en su lento transcurrir hacia el horizonte abierto de los océanos. La Concatedral con su claustro oficiando de frontera entre las aguas y cuestas diseminando pasos penitentes bajo sus arcos. Y más arriba, las aulas del poeta orgullosas de haberle pertenecido, con sus pupitres de madera esperando resurrecciones en futuros aprendices.  Segmentando  las calles,  La Casa de los Poetas, en la que el  triunvirato  de los mismos da fe de su paso y legado. Y la propia anarquía del paso llevándome a la vereda del eremita San Saturio en la que su ermita  cumple las múltiples misiones de inspiradora  o devota. Atrás quedaron el Monte de las  Ánimas con el Claustro de San Juan de Duero porticando su ascenso. Y todo, en todo, para todos, licuando poesía. Sólo era cuestión de dejarse llevar. Y así fue, y así seguirá siendo, mientras tenga la fortuna de seguir tildándome de loco cada vez que declare vencedora en la comparación a Soria frente a las urbes que buscan deslumbrar desde el gris de sus argumentos.      

 Jesús( http://defrijan.bubok.es)

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