domingo, 14 de septiembre de 2014


     La última instantánea

 Han salido a la luz las instantáneas macabras en las que un difunto era obligado a posar con algún allegado. Y digo obligado porque se me hace harto difícil imaginar que entre sus últimas voluntades estuviese contemplada tal opción. Como broma, digamos que supera ampliamente el mal gusto. Como iniciativa personal del cercano, digamos que denota una falta de escrúpulos absoluta ante sus propios, sí, sus propios, deseos de originalidad hilarante. Hemos alcanzado tal nivel subterráneo  de zafiedad que ni siquiera el humor con mayúsculas se salva. Se dieron risas grabadas a caídas filmadas, a accidentes más o menos provocados, a borracheras incontroladas, y nadie reparó en el límite que se establecía y retaba a superar. Lejos de mí la intención de asignar un trono a la seriedad en el devenir diario; pero al menos sería exigible un mínimo de inteligencia a la hora de querer ser gracioso al mostrarse como tal. Nada hay más sano ni más temido que la risa cuando nace como dardo hacia el necio gobernante, hacia el dictadorzuelo absurdo, hacia el próximo engreído. Pruebas ha dado la historia de la persecución a la que ha sido sometida y de nada vale conformarse con gilipolleces abiertas al mundo para acreditarse como divertido, salvo que la propia necedad y conformismo nos anime a aceptarlo entre tanta vorágine de bilis que a diario se destila. Si optamos por la seriedad absoluta, la úlcera será una de las respuestas; si optamos por el divertimento ridículo y simplón la estupidez hará de maestra de ceremonias ante nuestro adviento. De modo que promulgo una opción múltiple a modo de legado en vida para cuando me llegue el finiquito.  En primer lugar un epitafio acorde al caso que destierre a la pena y promueva la risa. En segundo lugar la banda sonora de Thriller por si Jackson realiza un remake y me incluye. En tercer lugar el Soneto V de Garcilaso y mis zapatillas que impreso lo llevan. En cuarto lugar un lápiz y un cuaderno por si desde el más allá continúo emborronando hojas. Creo que no se me olvida algo, excepto añadir el hecho de que posaré gustoso antes de que las altas temperaturas me conviertan en cenizas. Así que no habrá necesidad de renovar vida ya extinta  del fenecido que seré. ¡Ah!, y caso de que alguien (que  lo dudo) preguntase, contestadle a ritmo de rumba catalana que no estoy muerto, que sigo tomando cañas, lerén, lerén.      

 

 Jesús(http://defrijan.bubok.es)

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