lunes, 22 de septiembre de 2014


      Votadme

Se veía venir. El púlpito que la televisión supone acaba de abrirse como melón veraniego a la propaganda electoral posible de las tardes o noches de entretenimiento. Entre todos han conseguido amuermar a la ciudadanía en base a discursos rancios y cotilleos múltiples. Y la disputa la han  ganado los segundos. Han valorado los consultores la cantidad de decisiones sesteantes  ante las penurias de la indiscreción, que han optado por emprender rumbo a tales islas del tesoro. El debate sobre la conveniencia o no del paso adelante no me interesa en absoluto. Que cada cual consiga para su causa los votos que la audiencia proyecte mientras repasa el currículo amatorio de los famosos o adláteres, me trae sin cuidado. Y no debería. Han conseguido amuermar de tal manera al electorado que todo está claro desde la niebla a la que nos someten a diario. Se trata de aparecer como nuevo vendedor de esperanzas ante las desesperaciones con las que juegan para lanzarles un cabo de salvación. Lo de menos, para ellos, será si los plomos que lleva aparejados dicha maroma, provocan el hundimiento en sus creencias o no. Han decidido cambiar el método y a lo mejor llevan razón. En la otra esquina, el azul inmaculado, adormece, excomulga, penaliza, y saca pecho de respaldo. Visto lo visto, la duda queda resuelta. Quizás los verdaderos candidatos a dirigir los pasos de los votantes deberían ser los ilustrados contertulios rosados que salvan espacios mesetarios aún no conquistados para la causa del dogma. Ellos y ellas han conseguido que la atención se les preste y el exabrupto se presente como argumento válido ante la medianía del ser humano. Hemos conseguido sumergirnos en las catacumbas de la sordidez  por puro aburrimiento ante tanta soflama trajeada de falsedades. Han logrado, ustedes, los sesudos electos, que el hastío gire al vista al canal que les proporciona divertimento vacuo. En base a esparcir adormideras increíbles, el sopor a su alegato, se ha hecho presente. Y lo que es peor, amenaza con no retroceder. El poder, aunque les cueste asumirlo, ya no les pertenece. Lo han asumido los partidos no declarados desde las cadenas televisivas, desde el estrado de las pantallas planas y el mando a distancia. Sus discursos van cargados de municiones compasivas ante los abandonos amorosos y las luces de oropel para deslumbrar al receptor. No, no estoy demonizando, ni puedo hacerlo, a la variedad de ofertas que planean por nuestros televisores.  En definitiva juegan con su dinero y les debe resultar rentable.  Estoy descubriendo que la verdadera oferta a lanzar como recompensa a unos votos, vendrá a extraerse del corral de comedias en el que lamentablemente no será representada una obra digna de ver. Los guionistas actuales se quedaron sin ideas creíbles para su nueva programación.

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