Votadme
Se veía venir. El púlpito que la
televisión supone acaba de abrirse como melón veraniego a la propaganda
electoral posible de las tardes o noches de entretenimiento. Entre todos han
conseguido amuermar a la ciudadanía en base a discursos rancios y cotilleos
múltiples. Y la disputa la han ganado
los segundos. Han valorado los consultores la cantidad de decisiones sesteantes
ante las penurias de la indiscreción,
que han optado por emprender rumbo a tales islas del tesoro. El debate sobre la
conveniencia o no del paso adelante no me interesa en absoluto. Que cada cual
consiga para su causa los votos que la audiencia proyecte mientras repasa el
currículo amatorio de los famosos o adláteres, me trae sin cuidado. Y no
debería. Han conseguido amuermar de tal manera al electorado que todo está
claro desde la niebla a la que nos someten a diario. Se trata de aparecer como
nuevo vendedor de esperanzas ante las desesperaciones con las que juegan para
lanzarles un cabo de salvación. Lo de menos, para ellos, será si los plomos que
lleva aparejados dicha maroma, provocan el hundimiento en sus creencias o no.
Han decidido cambiar el método y a lo mejor llevan razón. En la otra esquina,
el azul inmaculado, adormece, excomulga, penaliza, y saca pecho de respaldo.
Visto lo visto, la duda queda resuelta. Quizás los verdaderos candidatos a
dirigir los pasos de los votantes deberían ser los ilustrados contertulios
rosados que salvan espacios mesetarios aún no conquistados para la causa del
dogma. Ellos y ellas han conseguido que la atención se les preste y el
exabrupto se presente como argumento válido ante la medianía del ser humano.
Hemos conseguido sumergirnos en las catacumbas de la sordidez por puro aburrimiento ante tanta soflama
trajeada de falsedades. Han logrado, ustedes, los sesudos electos, que el
hastío gire al vista al canal que les proporciona divertimento vacuo. En base a
esparcir adormideras increíbles, el sopor a su alegato, se ha hecho presente. Y
lo que es peor, amenaza con no retroceder. El poder, aunque les cueste
asumirlo, ya no les pertenece. Lo han asumido los partidos no declarados desde
las cadenas televisivas, desde el estrado de las pantallas planas y el mando a
distancia. Sus discursos van cargados de municiones compasivas ante los abandonos
amorosos y las luces de oropel para deslumbrar al receptor. No, no estoy
demonizando, ni puedo hacerlo, a la variedad de ofertas que planean por
nuestros televisores. En definitiva
juegan con su dinero y les debe resultar rentable. Estoy descubriendo que la verdadera oferta a
lanzar como recompensa a unos votos, vendrá a extraerse del corral de comedias
en el que lamentablemente no será representada una obra digna de ver. Los
guionistas actuales se quedaron sin ideas creíbles para su nueva programación.
Jesús (http://defrijan.bubok.es)
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