El enfermo
Resulta
curioso el calificativo que se suele atribuir a aquel individuo que se escuda
tras él para saltarse la ley. O mejor para utilizarla en su propio beneficio.
No creo que sea muy aconsejable permitir que las palabras broten desde la
indignación que como cualquier ser humano siento ante la repugnancia de la
noticia. Pues sí, parece ser que sí, que el elemento en cuestión tenía
antecedentes. Pues sí, parece ser que sí, que ya cumplió condena por pederasta
hace años. Pues sí, parece ser que sí, que nadie desde el recinto penitenciario
aprobó su salida del mismo por considerarlo no rehabilitado. Pues sí, parece
ser que sí, que la decisión partió del iluminado de turno que quiso convertirse
en el más de los mejores adalides de la reforma educativa de tal
alimaña……Aprovecharé unos segundos para que los puntos suspensivos serenen los
impulsos de tildar a quien ya de por sí se tilda. Igual si no lo hago así,
acabo dándole argumentos para condenarme por vaya usted a saber qué epígrafe y
no es plan. Como no es plan que sigan haciendo comulgar con ruedas de molino a
quienes han sufrido en propias carnes la agresión hacia la inocencia. Ahora a
ver quien les justifica los motivos que permitieron dejar al libre albedrío al
enfermo fingido…..Vuelvo a aprovechar la pausa para que la ira no escriba por
mí y las tentaciones de la ley de Talión salen a mi encuentro. Y con ellas
aquellas lecciones que un señor acostumbrado a la dureza del campo aplicaba a
sus perros. No he visto a nadie al que quisieran más unos animales como aquel
que les enseñaba la norma desde recién nacidos. Esos animales sabían sobradamente
lo que significaba correcto y no correcto. Y así actuaban siempre. Y por eso
ninguno de ellos se extrañó de las medidas definitivas que el amo de todos tomó
hacia aquel que osó morder a su hija. Entendieron perfectamente el sentido del
bien y el del mal. Y lo más curioso fue que cuando con sus movimientos de rabos
alguno preguntó el porqué de la actuación del que hasta hacía poco había
compartido comida, compañía y corral, todos contestaron al unísono con sus
ladridos que estaba enfermo y no tenía curación. Qué pena que algún promulgador
de igualdades desde la estupidez no sea capaz de entender esto tan sencillo que
hasta los perros más dóciles o agresivos entienden a la primera. Hay enfermos
que no tienen cura, y deberían saberlo, por más oportunidades que se les den y
se les sigan negando a las auténticas víctimas.
Jesús (http://defrijan.bubok.es)
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