Cuando pasa tu tiempo
Es el tiempo quien por sí mismo se encarga de manifestar
mediante avisos que otro tiempo viene a relevarlo. Otro tiempo que quizás nos
empeñemos en catalogar de prematuro ante el hecho mismo de reconocer nuestro
propio envejecimiento. Nos empeñamos en retrasar el avance hacia nuestro declive
y sólo necesitamos del engaño caritativo
de quien nos afirma ver como siempre de
jóvenes mintiendo. Quizás así consigue nuestro aplauso enmarcado en una sonrisa
y la adulación se muestra caritativa. Eso mismo ha debido suceder entre quienes
hoy rumian la derrota nacida de las urnas. Siguen sin explicarse el porqué del
escrutinio cuando dieron todo por servir a quienes en aquella ocasión les depositaron su confianza y ahora les han vuelto la espalda.
Han tomado como anécdota en contra aquello que no lo era y han buscado
culpables en escalones inferiores. Se han plantado amenazantes ante ellos de
modo poco creíble a la hora de hacerles purgar por todos. Y han considerado que
con esos cachetes la confianza volvería a brotar en los tiestos de quienes se
la dieron años ha. No han escuchado más que halagos de los próximos que quizás
buscaban seguir bajo las sombras de las palmeras protegidos del calor infernal
que prendieron las corruptelas. Nadie
les ha dicho a la cara que su tiempo era finito y que nuevas caras con ideas
renovadoras se hacían imprescindibles. Que de nada servía poner en el
tocadiscos las melodías añejas que sólo sabían bailar los pasados de moda. Para
colmo, nadie observó que los surcos de las canciones aparecían rayados y la
aguja saltaba repitiendo estribillos obsoletos. Nadie fue capaz de plantarles desde
sus propios dominios cara a los entronados en la taifa perenne de la que se sentían
califas inmortales. Tomaron a broma lo que no era y los chascarrillos que
supusieron como chistes comprensibles han resultado ser demoledores boomerangs.
Usaron la apisonadora para hacer culpables a quienes no lo eran y ahora topan de bruces con la
realidad escondida tras el doble fondo. Y en esta inercia la cuesta abajo se
anuncia de pendiente demoledora. Puede que en algún caso sigan sacando pecho y
pidiendo foto finish en la que considerarse vencedores. Podrán seguir engañándose cuantas
veces quieran ellos o quieran los aduladores que les rodeen, pero será
simplemente eso, un autoengaño. Si hubiesen hecho caso al espejo habrían leído
como el Dorian Gray que una vez soñaron ser
se les mostraba con la cruda realidad. Y
entonces hubiesen entendido lo que ahora siguen sin entender: que su tiempo
hace tiempo que pasó y no supieron o no quisieron echarse a un lado.
Jesús(http://defrijan.bubok.es)
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