lunes, 25 de mayo de 2015


Cuando pasa tu tiempo

 

Es el tiempo quien por sí mismo se encarga de manifestar mediante avisos que otro tiempo viene a relevarlo. Otro tiempo que quizás nos empeñemos en catalogar de prematuro ante el hecho mismo de reconocer nuestro propio envejecimiento. Nos empeñamos en retrasar el avance hacia nuestro declive y sólo necesitamos del  engaño caritativo de quien nos afirma  ver como siempre de jóvenes mintiendo. Quizás así consigue nuestro aplauso enmarcado en una sonrisa y la adulación se muestra caritativa. Eso mismo ha debido suceder entre quienes hoy rumian la derrota nacida de las urnas. Siguen sin explicarse el porqué del escrutinio cuando dieron todo por servir a quienes  en aquella ocasión les depositaron  su confianza y ahora les han vuelto la espalda. Han tomado como anécdota en contra aquello que no lo era y han buscado culpables en escalones inferiores. Se han plantado amenazantes ante ellos de modo poco creíble a la hora de hacerles purgar por todos. Y han considerado que con esos cachetes la confianza volvería a brotar en los tiestos de quienes se la dieron años ha. No han escuchado más que halagos de los próximos que quizás buscaban seguir bajo las sombras de las palmeras protegidos del calor infernal que prendieron las  corruptelas. Nadie les ha dicho a la cara que su tiempo era finito y que nuevas caras con ideas renovadoras se hacían imprescindibles. Que de nada servía poner en el tocadiscos las melodías añejas que sólo sabían bailar los pasados de moda. Para colmo, nadie observó que los surcos de las canciones aparecían rayados y la aguja saltaba repitiendo estribillos obsoletos. Nadie fue capaz de plantarles desde sus propios dominios cara a los entronados  en la taifa perenne de la que se sentían califas inmortales. Tomaron a broma lo que no era y los chascarrillos que supusieron como chistes comprensibles han resultado ser demoledores boomerangs. Usaron la apisonadora para hacer culpables a quienes no  lo eran y ahora topan de bruces con la realidad escondida tras el doble fondo. Y en esta inercia la cuesta abajo se anuncia de pendiente demoledora. Puede que en algún caso sigan sacando pecho y pidiendo foto finish   en la que considerarse  vencedores. Podrán seguir engañándose cuantas veces quieran ellos o quieran los aduladores que les rodeen, pero será simplemente eso, un autoengaño. Si hubiesen hecho caso al espejo habrían leído como el  Dorian Gray que una vez soñaron ser se les  mostraba con la cruda realidad. Y entonces hubiesen entendido lo que ahora siguen sin entender: que su tiempo hace tiempo que pasó y no supieron o no quisieron echarse a un lado.

 

Jesús(http://defrijan.bubok.es) 

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