domingo, 3 de mayo de 2015

Feliz día a todas las madres  (de "A CIEGAS""


 

          Bienvenida

Fueron años de amores furtivos los que embarcaron pasiones. Inconveniencias nacidas de distintas castas haciendo inviable la viabilidad de las mismas  y en ella culpabilizar conciencias. No se sabe si fue el pulso de la costumbre o la cobardía de enfrentarse a los hechos los que la llevaron a legar en manos ajenas al retoño nacido. Supo que era niña y quiso soñarla con su mismo perfil desde el momento en que el emisario obediente la sacó de casa. No pidió destino para quien  estaba destinada a ser su prueba irrefutable y en ello sobrevivió todos los años que empezaban a ser más cortos. Nadie le contó que fue depositada bajo el olivo que aproximaba  las vías a la estación que dos semejantes  tomaron como hogar. Allí los juegos de niños eran sonidos extraños por mor de la esterilidad que oficiaba de censora ante los mismos. Lavandería de honores acabó por convertirse esa casa a la que llegó el llanto del bebé proveniente del capazo que le moiseaba en la noche de Abril. La primavera, en él, cobraba una dimensión  hasta hora común en otros nidos y foránea en este suyo. La recogieron, cuidaron y respetaron como un don no pedido  pero sí soñado. Los trámites que dieron legalidad a la adopción no supusieron escaleras de mármoles fríos con los que desalentar pisadas. Todos los requisitos que la moral pedía fueron sobradamente cumplidos y aquella que nació del repudio encontraba el hogar que otros muros le negaron.Así los años transcurrieron  y la paradoja convirtió en erial lo que años atrás fue nido. No procreó y, llegado el momento,  vino a ella el miedo senil de la soledad. El camino jamás recorrido se ofreció como senda de perdón y auxilio de las canas. Vistió sus galas e hizo acto de presencia. Ya no eran vías las que acotaban el hogar, pero sí dos ancianos los que cuidaban del jardín en el que tres niños correteaban. Llamó y con la curiosidad que acarrea la duda se presentó. Fue relatando las circunstancias pasadas a la vez que suplicaba un hueco en el presente que a pasos agigantados se hacía futuro. Y entonces apareció ella. Escuchó absorta mientras la firmeza de la voz soberbia pedía comprensión y auxilio para su conciencia. Movida por la compasión, la miró a los ojos. No pudo soportar aquella mirada y cuando le preguntó por su nombre, esta le respondió  “Bienvenida; así lo quisieron mis padres”.  La soledad de la tarde acompañó a su sombra  mientras a lo lejos, tan lejos como suele llegar el dolor, se oyó el silbato del último tren que reemprendía su viaje.
 
Jesús(defrijan)

No hay comentarios:

Publicar un comentario