martes, 19 de mayo de 2015


 

El borrador

Curioso que lleve  por título a tal cuando toda tu vida de contribuyente aparece reflejada con tinta imborrable. A modo de felicitaciones atrasadas navideñas acuden a la cita con nuestros buzones para recordarnos cuál es nuestro papel como ciudadanos. Y ahí estamos, recibiéndolo como si fuesen diagnósticos que por principio suponemos dañinos. Atrás quedaron aquellas estampitas que el barrendero de tu barrio te dejaba con sus mejores deseos de prosperidad para convertirse en la amenaza del aguinaldo inverso. Lo abres con cuidado y la expresión que se refleja en tu rostro es la del reo que acaba de recibir su condena. Tienes dos opciones para la alegría o para la tristeza, según el balance ministerial haya jugado sus cartas. Si te reclaman dinero, pensarás que la injusticia se adueña de tus emolumentos para arruinarte más aún. Maldecirás tu falta de previsión y aparecerán aquellos dispendios que te juzgarán a peor por más que los disfrutases en su día. Si deciden hacerte beneficiario de unas devoluciones, saltarás de alegría como si ese reintegro no se te debiera por habértelo esquilmado meses antes. Deseos te dan de agradecerle al ministrable de turno el haberse convertido en tu propio ahorrador que ahora te recompensa. ¡Seremos ingenuos! Devuelven lo que no debieron cobrar y buscan nuestra alegría. Así que no sé si alegrarme o enfurecerme porque ambas opciones tiene su aquel. Hace días que llegó el susodicho sobre y no he tenido el valor  ni las ganas de abrirlo aún.  Voy a dar por mal calculado todo y empezaré a indagar de qué modo puedo recobrar un inexistente equilibrio personal y financiero. Viajar a Suiza no entra en mis planes, más que nada para no hacer el ridículo llevando monedas sueltas que es a lo que más aspiro. De los beneficios conseguidos por la autoedición de mis libros, mejor no hablar, para no volverme a desangrar el ánimo con los gastos en absoluto cubiertos de la venta de los mismos. Organizarme sin otro ánimo de lucro que el mío mismo llevaría su tiempo y ese tiempo apremia. No sé, no sé. Creo que no me quedará otra opción que seguir como de costumbre actuando como contribuyente ejemplar y controlado (todo hay que decirlo) que presumo de ser, a qué remedio. Porque está claro que ni soy un deportista de élite que llora por tener que pagar lo que considera excesivo, ni soy un político al uso que se mueve entre las cloacas putrefactas del prestidigitador sin dar ejemplo. De cualquier forma, si encuentro algún método que me salve de este sacrificio seguro que no me atrevo a ponerlo en práctica porque cada cual aprende una cartilla ética en su vida y debe ser coherente con lo aprendido en ella. Voy a abrir el sobre  a ver qué me augura……¡lo sabía, mira que lo sabía!
Jesús(defrijan)

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