miércoles, 10 de junio de 2015


DadBod

Todo era cuestión de tiempo, de saber esperar, de saber que las modas giran en el carrusel de la temporalidad. Efectivamente, esta moda llamada cuerpo de papá se ha instaurado. Y aunque como toda moda será temporal, hemos de aprovecharla aquellos que ya la lucimos desde tiempos inmemoriales. La cuestión está en que la tan denostada barriga cervecera, gracias a ser lucida por las estrellas del celuloide, ha sido elevada al trono que nunca tuvo. Tantos regímenes inservibles, tantas subidas y bajadas a la báscula, tantas noches con tripas crujientes que clamaban alimento, han llegado a su fin. De aquí hasta que pase la moda, esa protuberancia nacida del lúpulo ingerido lucirá lorzas a modo de corona imperial a la que rendirán pleitesía todo tipo de tapas a modo de cortesanas complacientes. Hagan hueco a las patatas bravas, a los pescaítos fritos, a los calamares rebozados, a las papas con chorizo, al morteruelo, al ajoarriero y a todos aquellos peones que pidan hueco en ese tablero de ajedrez llamada ágape festivo. Y de paso, los rótulos que anunciaban tallas especiales, que pasen a ser pasto de las llamas en esa hoguera purificadora de medidas punitivas. Dará lo mismo si el cinturón precisa de cuatro orificios más que antes o si precisa ser sustituido por unos tirantes. La moda manda y a ella responderemos del mejor modo posible y en este caso complaciente. Y cuando transitemos como clones vivientes de Buda, nadie fijará sus ojos en las ingles en las que se pierden las hebillas de metal. Más bien realizarán una reverencia de respeto y en algún caso de envidia. Atrás quedarán los agoreros pronósticos en los que la medicina nos aventuraba todo tipo de males a los que sucumbir en aras a la devoción a Baco. Hubo tiempos en lo que lucir sobrepeso se tomaba como signo de salud y por lo visto regresan. Dejemos hueco en el trastero a las fajas reductoras y que los mofletes trompetistas sonrosados salgan a la pasarela. Que las trébedes comiencen a alinearse a modo de fogones parrilleros. Las talas hacia olivos, naranjos, vides, carrascas y demás voluntariosos leños se acicalen para dar colorido y sabor a las viandas otrora denostadas. Y de paso, que las retortas, bombonas, botas, porrones y demás vasijas pasen a ser reconocida como samaritanas de quienes tantos años cruzamos el desierto de la incomprensión perfilada. En cualquier caso, tampoco conviene pasarse; ya sabemos cómo son  las tendencias y el día menos pensado regresa la moda que ahora parece obsoleta.  
 
Jesús(defrijan)

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