El dejar de querer
“Ignoro los motivos que impulsan a esta expresión de verbos
parejos. Puede que la monotonía, el gris de la existencia, las heridas del
sinsabor, la decepción, en suma continua acaben provocando esa deriva a la rada
de la costa acantilada de arrecifes traicioneros que es el desencanto. Y una
vez anclado en el mismo, volver a la travesía de la aventura lleva lastres de
áncoras eslabonadas de recuerdos. Por eso, creo yo, imagino, supongo, que
aquellos seres capaces de aceptar el reto del futuro desde otra bitácora, son
los auténticos paladines vencedores del derrotismo de la mayoría. Nuevamente el
miedo a lo desconocido encarcela a la osadía y el refugio de paredes ajadas
sale victorioso. Y eso se nota, se percibe, se palpa. La sonrisa fingida
camafea de falsedades el rostro de quien
la expone como máscara de baile carnavalesco. Quizás la ayuda que proporciona
el intuir las falsedades ajenas o llegar a percibirlas en forma de reproches
punzantes colaboren a tal afirmación. Entonces es cuando se sueltan los cuervos
que nacieron palomas para que ennegrezcan el cielo otrora protector y ahora
tormentoso. El cómo se llega a tal deterioro se me escapa, pero lo que sí me
consta es la perdurabilidad de la semilla capaz de volver a fructificar en una
nueva cosecha aún por sembrar. Lo he visto, y doy fe. Sin llegar a la
intromisión indiscreta que toda pregunta encierra, he percibido el brote de la
ilusión encenizada. Gente a la que se le suponía muerta en vida se han mutado
en aves fénix ante la más insignificante brisa que logró atizar sus escasas
pavisas y flamear pasiones. Ya nada ni nadie podrán detener ese fuego que
reencarnó a quien vegetaba en el páramo. Ni nadie podrá impedir que esa noche
de San Juan fuera de fecha conjure el
aquelarre al que se verá sometido y del que saldrá dichoso. Su nuevo ciclo
nació y con él la marea se hizo cómplice. Las anclas se izaron pos sí solas y
el timón puso rumbo al maravilloso mundo del desconocimiento por conocer que
supone la ilusión. Las cartas de navegación que dormían en el camarote ahora manejan sextantes desde el puente de
mando con el viento de popa. Creerán, al fin, haber descubierto la ruta hacia
la isla del tesoro que tanto buscaron y que llegaron a dar por falsa llevados
por los remos de la desilusión. Y al ordenar su propio rumbo descifrarán el
jeroglífico que les hizo ver, creer, comulgar, asumir, que se amaban y, en
realidad, sólo se querían y se soñaban amados”. Cerró la luz que hasta altas
horas le fue acompañando y dio por concluido el discurso que le propusieron dar
y que gustoso aceptó. En su sueño, sus propias palabras aparecieron como
fiscales severos de su propia existencia. Alzó la vista y un nuevo amanecer se
le ofrecía. Esta vez, le resultó más gris que de costumbre.
Jesús(defrijan)
No hay comentarios:
Publicar un comentario