lunes, 29 de junio de 2015


El corralito
Diminutivo de corral que en vez de retrotraernos a la infancia genera una desazón difícil de entender. Creo que consiste en impedir que los ahorradores saquen de su cuenta el dinero que quieran para así evitar la quiebra del banco depositario de las mismas. Me parece que el origen de tal definición proviene de Argentina que tuvo que soportar altos grados de corrupción política y verse abocada la población a tan perniciosos efectos, de los cuales sobrevivieron como siempre sucede. Porque en definitiva se trata de eso, de sobrevivir o mejor de vivir sobre. Sobre las restricciones, los abusos, las sogas en el cuello de los de a pie…Las altas jerarquías europeas no se palpan el  de sus camisas ante la posibilidad de que la Grecia inventora de la democracia rememore sus orígenes y busque un plebiscito para optar por el yugo o por la dignidad. Estas altas instancias tiemblan ante la posibilidad de un nuevo portazo en sus narices avaras que exudan deflaciones y no tienen suficiente. La salida de este corral de comedias en el que los papeles se han adjudicado  desde la desigualdad se les plantea como el mayor de los desastres a aquellos tribunos que no conciben su existencia desde otro púlpito inferior. Aquí  me vienen a la memoria aquellos anuncios tan graciosos de los piensos de antaño. El Sanders que garantizaba un engorde fabuloso al cerdo en cuestión cobra vigencia aunque su saco de papel haya sido sustituido por movimientos bursátiles para hinchar sus barrigas. O el Biona que apostaba por un corralito feliz en el que todas las especies de la granja conviviesen a la espera de su final insospechado y predecible.  Y mientras llega el momento, el hedor de las heces especulativas intentando ser disimulado por aquellos que las originaron. Si tanto les diese la presencia o no de determinados animalitos en su granja  no deberían estar preocupados por la decisión de salir de la misma o saltar la valla de los que se consideran maltratados. A ver si lo que temen es precisamente la desbandada general que les impediría seguir encumbrados y por eso tiemblan ante tal posibilidad. De cualquier forma  la apuesta está clara y el miedo por una de las partes hace tiempo que desapareció. Las mordazas que anteriores súbditos calzaron ya no les sirven y vuelven a escuchar  a Paco Ibáñez  desde el Olimpia ( qué  casualidad) de la justicia  su famosa versión de aquel poema de José Agustín Goytisolo que soñaba un mundo al revés. Esta vez el cuento tendrá el final que se merece, sin duda.      
Jesús(defrijan)

No hay comentarios:

Publicar un comentario