Mujeres y hombres sin viceversa
La verdad que por ser tan manido el tema de la lucha de
sexos resulta un poco arriesgado volver a hablar de ello sobre el tenue hilo
del equilibrista tecleante. Si te
inclinas hacia una de las opciones, puedes ser catalogado de machote por
aquellos que aún no han evolucionado hacia una sociedad igualitaria y exhiben
el falso poderío de la fanfarronada a modo de medallero sobre el pecho. Si
optas por la otra vertiente, lo más probable será que recibas por ambas partes
pescozones que no harán más que sumergirte en el pozo de de dudas de la
incomprensión. Unos te tildarán de arribista hacia el feminismo con turbias
intenciones y otras te mirarán de soslayo ante la sospecha continua que todo
varón les pudiese originar. De modo que creo que puestos a caer en uno de los
lados del alambre, que sea la opinión de cualquiera la que se encargue de empujarme
a la caída libre sin red. Sí, de acuerdo, lo reconozco, somos básicos. El “por
la señal de la santa cruz” que empieza en la frente y termina en la entrepierna
pasando por el estómago nos hace ser un resumen trinitario del eje vital que
nos segmenta. Cierto, básicos, elementales, infantiles, a veces irresponsables…..
Siempre dispuestos a recibir sobre las espaldas o bien la palmada del
advenedizo o el saco de reproches por no haber sabido adivinar el pensamiento
minutos antes de convertirse en orden a ejecutar sin mayor dilación ni retraso
alguno. Marionetas guiadas por los invisibles hilos de la perfidia que nace en
el mismo instante en el que el problema inexistente pasa a ser irresoluble y
por lo tanto motivo de suspenso. No se trata de sometimiento, no; se trata de
carecer de dotes demiúrgicas sobre las que construir un universo llamado
normalidad. Por eso aparecen las válvulas de escape en las que la presión se va
liberando lentamente antes de superar el máximo nivel de barias que la hagan
estallar. Quizás un punto de equilibrio sería imprescindible conseguir sobre el
fielato de una balanza sin otro sobrepeso que el cambio de roles en pensamiento
y acción. No serían necesarias más
explicaciones que aquellas nacidas de la propia conclusión que a todas luces
habla de cuánto somos de vulnerables aquellos que alardeamos de ser los más
fuertes y sabemos que nos mentimos. En
cualquier caso, queridas mías, amas y señoras del paraíso, un poco menos de
dramatismo tampoco estaría de más a la hora de aceptarnos con nuestras
carencias que no son más que la consecuencia de sabernos inferiores a vosotras.
Mientras tanto, y aun a riesgo de no haber aportado nada a lo ya sabido, voy a
buscar un solucionario llamado optimismo que seguro esconde las respuestas
venideras.
Jesús(defrijan)
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