Cheste
Hay ocasiones en las que la proximidad del
escenario provoca el retraso a la hora de acudir a la representación. Como si
lo cercano siempre estuviese en la cola de espera cediendo el turno a lo
alejado y se conformase. Hasta que llega un momento en el que decides darle
salida a la curiosidad y comprobar en primera línea si es tanto como dicen. Y
acudes a Cheste para ver con tus propios ojos cómo se ha convertido en un
multitudinario box en el que los aficionados campan a sus anchas. Y decir a sus
anchas no deja de ser un sarcasmo cuando compruebas que las abarrotadas calles
se engalanan con monos de cuero venidos de cualquier latitud para disfrutar del
espectáculo callejero y compartirlo. Música atronadora surcando la noche desde
los más variopintos podios de djs mientras las barras se nos ofrecen como oasis
taberneros en los que remediar el relente que quiere hacerse un hueco.
Barbacoas que darán paso a kilométricos entrepanes con los que alejar los
cansancios; plantas bajas convertidas en jaimas alquiladas por los lugareños
que han huido del mundanal ruido; panaderías que han improvisado un chillout
con tablones de la trastienda; mercaderes de camisetas conmemorativas de la
fecha para dar fe de presencia. Y todo ello aderezado con el paso de las
máquinas rugientes entre los peatones que se saben comparsas de este fin de
semana. Por aquí y por allá, rugidos de puños que acompañan a la música creando
un límite ilimitado de decibelios que ni los tapones acústicos son capaces de
evitar. Gomas quemadas que dan un tizne de caucho a las matrículas traseras y
gloria de egos a los protagonistas dueños de semejantes cabalgaduras. Estos
centauros que son capaces de recorrerse cientos y cientos de kilómetros en pos
de una reunión en la que nada se disputa y todo se disfruta serán capaces de
aglutinar en torno a los octanos la pasión que nace de las cilindradas. A
escasa distancia las tiendas de campaña se han ido diseminando para convertir a
los alrededores en un campamento de camaradería. La noche será intensa y quizás
el descanso mengüe; sin embargo, aquellos que llegaron, sabrán que volvieron a
acertar, sabrán reírse de quienes les tildan de locos, sabrán que están en lo
cierto al dejarse guiar por una pasión que pocos entienden y muchos envidian.
Mientras tanto, en el recuerdo de quienes vimos pasar cascos tuneados, de quienes
oímos rugidos desde la acera, de quienes hace años nos dejamos llevar por la
sensatez equivocadamente, hoy, una vez más, perdurará la admiración y el deseo
insatisfecho de volver atrás en el tiempo y tomar la decisión adecuada.
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