La manada
Grupo de animales de ganado doméstico, especialmente
cuadrúpedos, que andan juntos. Grupo numeroso de otro tipo de animales de una
misma especie que van juntos. Como acepciones denominativas no sabría cual de
las dos se adapta mejor al grupo de
amigos que estos días está siendo juzgado y hoy espera sentencia. Si me decanto
por la primera, estoy ofendiendo a los animales en la medida que son irracionales
y no deben serles exigidas conductas humanas. Si me decido por la segunda, al
eliminar el adjetivo de cuadrúpedos quizás me acerco más al fondo de su intención.
Manada, grupo de “animales” de una misma
especie que van juntos. Sí, sin duda, esta les cuadra mejor. Y puede que dentro
de esa cuadra en la que sus valores crecieron pueda seguir exhalándose el hedor
de la basura que les sirvió de alfombra. Puede que más de uno que los tuvo bajo
su custodia empiece a pensar que en algo se equivocó y gire la vista avergonzado.
Puede que aquellos que en su día les rieron las gracias hoy estén buscando
argumentos con los que justificar su coleguismo y no los encuentren, o lo que
es peor, los sigan exhibiendo. Puede que alguna de las féminas que pulularon a
su alrededor agradezcan al destino el haberse librado de la adversidad que la
víctima en cuestión ha padecido. Puede que aquellos educadores que se vieron incapaces de exigirles éticos
comportamientos se estén devaluando la nota como profesionales que en su día se
otorgaron. Puede que algún iluminado jurista se esté cuestionando si la ley es
lo suficientemente grave como para enarbolar la justicia que tantas veces se ve
difuminada. Puede que las sangres cercanas aboguen por la misericordia hacia
quienes no fueron capaces de limitar conductas. Puede que algún gurú televisivo
empiece a plantearse si determinados programas no alientan a imitadores de actos vomitivos
como este que se juzga. Son tantos los puedes que podrían enumerarse que la
lista sería tan extensa como mínima será la condena para los supuestos
culpables. Sea la que sea, la condenada, la que no será capaz de vivir una vida
normal, equilibrada, igualitaria, confiada, ya la está cumpliendo, sin ser
culpable. Y a partir de aquí, las dudas
deberían jugar a favor de ella. A partir de aquí, la inocencia no debería
ponerse en cuestión cuando una manada ha demostrado ser más manada que la de
cualquier especie animal. Si cualquiera
de nosotros como padres intentamos ponernos en el lugar de los padres de la
chica, creo que no podríamos resistir los deseos de buscar una gasolinera
cercana y añadir nuestros alegatos finales como defensa de nuestra sangre.
Demasiados atenuantes como lanzaderas de irresponsabilidades. Demasiadas prebendas
para quienes sabiendo lo que hacen, eluden culpas y quieren aparecer como víctimas.
Demasiados perros de paja como para no dejar de buscar un bozal con el que
evitar nuevas mordeduras.
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