miércoles, 22 de noviembre de 2017


La manada



Grupo de animales de ganado doméstico, especialmente cuadrúpedos, que andan juntos. Grupo numeroso de otro tipo de animales de una misma especie que van juntos. Como acepciones denominativas no sabría cual de las dos se adapta mejor al grupo  de amigos que estos días está siendo juzgado y hoy espera sentencia. Si me decanto por la primera, estoy ofendiendo a los animales en la medida que son irracionales y no deben serles exigidas conductas humanas. Si me decido por la segunda, al eliminar el adjetivo de cuadrúpedos quizás me acerco más al fondo de su intención. Manada, grupo de “animales”  de una misma especie que van juntos. Sí, sin duda, esta les cuadra mejor. Y puede que dentro de esa cuadra en la que sus valores crecieron pueda seguir exhalándose el hedor de la basura que les sirvió de alfombra. Puede que más de uno que los tuvo bajo su custodia empiece a pensar que en algo se equivocó y gire la vista avergonzado. Puede que aquellos que en su día les rieron las gracias hoy estén buscando argumentos con los que justificar su coleguismo y no los encuentren, o lo que es peor, los sigan exhibiendo. Puede que alguna de las féminas que pulularon a su alrededor agradezcan al destino el haberse librado de la adversidad que la víctima en cuestión ha padecido. Puede que aquellos educadores  que se vieron incapaces de exigirles éticos comportamientos se estén devaluando la nota como profesionales que en su día se otorgaron. Puede que algún iluminado jurista se esté cuestionando si la ley es lo suficientemente grave como para enarbolar la justicia que tantas veces se ve difuminada. Puede que las sangres cercanas aboguen por la misericordia hacia quienes no fueron capaces de limitar conductas. Puede que algún gurú televisivo empiece a plantearse si determinados programas  no alientan a imitadores de actos vomitivos como este que se juzga. Son tantos los puedes que podrían enumerarse que la lista sería tan extensa como mínima será la condena para los supuestos culpables. Sea la que sea, la condenada, la que no será capaz de vivir una vida normal, equilibrada, igualitaria, confiada, ya la está cumpliendo, sin ser culpable.  Y a partir de aquí, las dudas deberían jugar a favor de ella. A partir de aquí, la inocencia no debería ponerse en cuestión cuando una manada ha demostrado ser más manada que la de cualquier especie animal.  Si cualquiera de nosotros como padres intentamos ponernos en el lugar de los padres de la chica, creo que no podríamos resistir los deseos de buscar una gasolinera cercana y añadir nuestros alegatos finales como defensa de nuestra sangre. Demasiados atenuantes como lanzaderas de irresponsabilidades. Demasiadas prebendas para quienes sabiendo lo que hacen, eluden culpas y quieren aparecer como víctimas. Demasiados perros de paja como para no dejar de buscar un bozal con el que evitar nuevas mordeduras.  

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