viernes, 3 de noviembre de 2017


Presos políticos o políticos presos



Supongamos que los que somos padres, llevados por el amor infinito hacia nuestros retoños, les mimamos, consentimos y avalamos sus actos a lo largo de su crecimiento. Supongamos que la norma es tan laxa que permitimos que sean ellos quienes nos eduquen y guíen bajo la bandera del buen rollo y el coleguismo en nuestra casa. Supongamos que se nos van haciendo mayores y sus niveles de exigencias son cada vez mayores y en aras de seguir fieles a nuestros principios paternos damos cumplida cuenta a todos ellos. Supongamos que llega un día en el que nuestros retoños, aquellos inocentes brotes de nuestra sangre, deciden emanciparse de nosotros por considerar obsoleta la convivencia. Supongamos que les intentamos hacer recapacitar, les mostramos los inacabables álbumes de fotos acumulados a lo largo de generaciones, y no conseguimos que se sientan como nosotros, ¿qué nos queda? ¿Amenazarles con normas que no conocen ni aceptan? ¿Dejar que los tíos y familiares cercanos les hagan entrar en razón? ¿Acudir a los profesores, a los que posiblemente en alguna ocasión hayas desautorizado, para que actúen en consecuencia? Nada. No habrá posibilidad alguna de desandar lo andado. De poco servirán los arrepentimientos y  el mero hecho de reconocer nuestro error será suficiente penitencia. Purgaremos nuestra indolencia, nuestros vaivenes de valores, nuestra inacción. Será el momento de reconvenirles a las buenas o a las malas su errada actitud y en el peor de los casos, ir por las bravas. Miraremos a su alrededor y veremos que no están solos, que miles como ellos han mamado de los mismos credos y no habrá vuelta atrás. Y si la hay será tan doliente que nosotros mismos dudaremos de su efectividad. Si hemos desviado la vista para no corroborar la evidencia observaremos que han emprendido un camino equivocado para nosotros pero fidedigno para ellos. Y entonces, como único consuelo nos quedará la pregunta en el aire que dará miedo respondernos ¿Y si llevan razón y los planteamientos suyos carentes de forma acierta en el fondo?  Seremos de nuevo la cruz veletera que no sabrá distinguir de dónde viene el viento y lo que es peor, hacia dónde va. Probablemente nos intentemos aferrar al catecismo de la letra impresa y volveremos a cometer el mismo error, una y otro vez. Eludimos la educación en base al consentimiento y ahora ni siquiera somos conscientes de lo que somos, presos políticos de nuestra inamovible doctrina o políticos presos de nuestros propios renuncios. El único consuelo será ver el traje de rayas imaginario en el resto de quienes actuaron igual y no osar siquiera a verlo en el terno de lujo de quienes deberían llevarlo y aún no les ha tomado medidas el sastre.

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