1. Tesi
Ni voy a añadir la ene ni voy a escribir al
completo la filiación que le da paso porque no hace falta. No, ni mucho menos,
al grano, dejémonos de rollos, que hay prisa. Porque sí, así, con la vorágine
de la inmediatez, se deja caer. Esta avalancha de concreción que la caracteriza
no deja espacio para lo accesorio por si lo accesorio soñaba con ser
protagonista. Pues de eso nada, faltaría más. De modo que tras el silencio que
se trasluce más allá de la mampara, incluso el tartamudeo de la cafetera
disminuye su voz y la puerta se entreabre temerosa. Nada debe interponerse
entre su garganta y los oídos prestos que la tienen enfrente. Sabrán que más
allá de las rayas azules, por debajo de los rizos, camuflados entre la bufanda,
el imperio de la norma se instala sin posibilidad de dudas o réplicas. Claros
objetivos y ruta diáfana por la que transitar a la espera de que la tarde se
presente y decida darle pasaporte al atuendo deportivo. Poco importarán los
polos a los que dirigirse mientras el horizonte se difumina entre los
eucaliptos y los arrayanes del que fuera cauce desbordado y ya no es. Las aguas
desaparecieron y los verdes alfombraron los rítmicos pasos. Sabe que la
periodicidad alternará guaguancós y eso propiciará una pugna en sus caderas
incansables. Poco importará si el asfalto insiste en convertirse senda
procesionaria si ella puede impedirlo. No está para detener el tiempo que
precisa ser exprimido. Pareciera que del verde uniformado extrajo hace años las
enseñanzas que ahora reposan sobre la sacristía de Moya y sin embargo viajan
sobre los galones de sí misma. Le esperan ansiosos los renglones que la
acompañaron hacia el cruce del día dejando abierta la posibilidad de un nuevo
argumento. Si sueña con seguir siendo atendido más le valdrá ofertar algo
cautivador y alejado de gongorismos adornantes. Inicio, nudo y ya decidirá ella
cuándo es el momento para dar paso al desenlace y con ello cerrar la
contraportada. Mientras tanto, los olmos seguirán esperando un nuevo ciclo, las
huertas pugnarán por ser las que ofrezcan los frutos más apetitosos y los
calibres de los melocotones superarán las cotas razonables. Será quien mire
fijamente al ratón y le avise de la imposibilidad de robarle el queso por más
tentaciones que le supongan so pena de pagar cara su osadía. Hurgará en la
faltriquera a la busca y captura del tintineo para así erigir el zigurat
cafetero. No discutirá ni cuando sospeche la posibilidad de salir victoriosa
del duelo dialéctico y su pasión vendrá revestida de aguamarina sirénido.
Cerrará a cal y canto aquello que solamente a ella pertenece y lanzará un
bonito sarcástico a la menos ocasión. Callo, se oyen sus pasos, la puerta se
abrió y debo cerrar el susurro de las teclas. Si os la cruzáis, tranquilos; es
menos de lo que aparenta por más intentos que exhiba de demostrar lo contrario.
Hace tiempo que sabe que el alba de sus días está enmarcado convenientemente y
lo demás, poco le importa. Acaba de comenzar a leer la siguiente página del
enésimo libro y esta vez parece que el argumento le merece la pena.
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