1. María Jesús M.
Reconozco y asumo la inquietud que me viene cuando saco punta al
lápiz con el que trazar su boceto. No lo puedo evitar y confío en que el golpe
de salida dé salida al juego que sobre el verde buscará los hoyos de la mirada
tantas jornadas compartida a la hora habitual en el refectorio de costumbre. Ella, a nada que te descuides, lanzará un
drive directo cargado de agudeza para comprobar si la distancia entre la ironía
y el sarcasmo se acortan debidamente. Esparcirá sobre la cara orientada al Este
sus razonamientos y no será de las que se dejen convencer fácilmente por las
objeciones opuestas a ellos. Llegado el caso, sacará de sí misma el putt correcto
a las distancias cortas y elevará por encima de tu horizonte la mirada
desafiante y vencedora. Reclamará los hierros adecuados con los que ejecutar un
nuevo approach y seguir sorteando los
inconvenientes que le puedan surgir en su devenir diario. Sabe que el destino
suele enviar retos a quien puede superarlos y ella acumula suficiente currículo
como para no dejarse amilanar por ellos. Su golpe de seguridad lo diseña moviendo
convenientemente los aros que forman en cuarteto y esperan que decida dónde
colocar el quinto para coronarla como sacerdotisa del Olimpo. No hay prisa.
Llegará el momento cuando ella lo decida y el chip le garantice la huída del
bunker traicionero. Marcó su ritmo y no será fácil detenerla cuando encare sus
objetivos. Y cuando las ramas no podadas del futuro le intenten obstaculizar la
visión diáfana del mismo, ejecutará un punch que descolocará a las mismísimas
raíces que las sustentaban. Saldrá de la espesura volatilizando sus dorados
pensamientos y reafirmará su vuelo con un flop lo suficientemente alto como
para alcanzar sus sueños. No en balde vino en la noche en la que los sueños se
cumplen y de ello hace gala. Será capaz de desarmar las posturas que busquen
vericuetos y no sepan ir al grano. Vivirá en el presente los ayeres que tantas
fisuras dejaron y tantas sonrisas le regresan. Sacará de su ánimo a la eterna
adolescente que fue capaz de realizar la instrucción militar obedeciendo las órdenes
que solamente el cariño es capaz de ejecutar. Velará los recuerdos de la
desmemoria para que quede constancia de que su penúltimo recorrido supuso un
par lo suficientemente bueno como para celebrarlo cada cinco de enero y
hacernos partícipes de su alegría. Y todo esto lo hará mientras duda de mí
cuando le digo “deja, deja, que ya lo quito yo y de paso repongo el agua en la
nespresso, que siempre me toca a mí“
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