1. Paqui P.
A ver de qué modo ajusto el lienzo sobre el bastidor de los
renglones, enhebro las palabras en la aguja de la exactitud y pespunteo las
metáforas sobre los márgenes del folio para hablar de ella sin que se me note
en exceso la falta de equilibrio y ecuanimidad. Será complicado, lo sé, dar
rienda suelta a todo ello para que emprenda un vuelo correcto, adecuado,
creíble, auténtico. Porque si de algo va sobrada es de autenticidad. Desde
siempre ha manifestado lo que era y sigue siendo y a estas alturas deja claras
las intenciones de no cambiar si así se precisa. Para nada, sería un esfuerzo
baldío. Sigue emocionándose con aquellas situaciones que demandan auxilio por
abandono o descuido. Sigue siendo la abanderada que dirigirá los pasos propios
y a veces ajenos sin esperar más recompensa que el abrazo como pago a su
generosidad. Amiga de quien tiene la fortuna de contar entre los partícipes de
su agenda compartirá el tazón de chocolate a nada que perciba que merece la
pena hacerlo. Restaurará los descosidos que el alma precise cuando observe que
la brújula necesitada reviste óxidos y chirría a los vientos. Dará a los mismos
la oportunidad de orear las penas para que ninguna se adhiera a las pieles que
comparten sus inexistentes arrugas. Hará y deshará el tapiz como si de un
eterno viaje a Ítaca esperase las llegadas que las premuras le exigen. Será
difícil verla regar su tez con las saladas aguas del daño si puede impedirlo.
Velará el sueño que la dolencia perturbe y de la farmacopea examinará el
vademécum en busca del error imperdonable. Los galones le fueron asignados y
son camuflados para no dar pistas de su posición. Bastará con proponerle una
locura sensata para que el no se luzca y pierda inmediatamente el combate ante
el sí deducido. Gusta de las cifras como si alguna tabla de multiplicar faltase
por ser completada y precisará remedio. Mientras, girará al tiempo que las
tonadas avisen de la primera, de la segunda, de la tercera o de la
cuarta. El sarcófago vespertino la convertirá en la réplica viva de Cleopatra
mientras hace caso omiso a las penurias ficticias que le provocan sueño. Saldrá
para regresar al instante en busca de aquello que precisaba y no estuvo presto
en el momento adecuado de partir. Coqueteará frente al probador y dejará para
mañana lo que considera digno de meditación adquisitiva. Será la pecera
inundada de nubes o el acuario adornado de ilusiones según dicte su sentir.
Echará de menos al desierto por no ser capaz de entender que nadie acepte
barrotes que adormezcan sus sueños. Podará los esquejes para que una nueva
primavera se anticipe a las flores que tanto mima y disfruta. Giralda
imprevisible que moverá su bata de cola recontando los pasos que el taconeo
exija. Hoy, de nuevo, las velas iluminadas sabrán permanecer encendidas a la
espera del viento que las ciegue mientras calla sus para sí sus motivos. Sigue
siendo la que cuida de las olas mientras yo vigilo la marea.
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