viernes, 25 de enero de 2019


1. Ana L.



Te enfrentas a ella y observas cómo la tensión le aparece, las incógnitas se le adhieren y las premuras piden paso. De poco servirá ralentizar el discurrir de los minutos, revestirlos de chanzas o intentar desdramatizar lo que para ella supone un abismo insalvable. Vive sus escasos años desde la envoltura de la extrema exigencia  que a sí misma se impone sin relajamiento aceptable. Tensa las falanges de sus manos a modo de soldados dispuestos a combatir a un enemigo llamado fracaso. Enemigo que por otra parte sabe sobradamente de su inexistencia. Abre sus enormes ojos y desde las pupilas traza las impensables opciones que el temor le chiva. Y después de todo esto, una vez recuperada la travesía, reemprende el viaje. Un viaje que la embarca directamente a lomos de la sapiencia. Prestará atención al tiempo que recupera para sí la melodía que quedó suspendida a la espera de una conclusión correcta. Valorará la ironía como si de ella fuese capaz de licuar las esencias mismas de las fábulas prosopopéyicas. Callará para sí las valoraciones que pudieran merecer aquellos que confunden chanza con éxito. Pulirá los márgenes con la milimétrica proporción que delineen sus puntas coloridas. Vive deprisa sin pararse a meditar qué cantidad de peligros oculta la premura innecesaria. Se sorprenderá al comprobar cómo el simple tránsito del interior a la costa  le abre un espectro al horizonte de su futuro en marcha. Llorará sin motivo alguno ante la impotencia del autocontrol y poco a poco acabará entendiendo la importancia de lo importante. Ha mamado de los mostos  manchegos un modo de hacer, de sentir, de actuar que le otorgan credenciales de verdad. Probablemente analice con cautela las formas y el fondo de todo cuanto la rodea para descubrir en ello el inicio que  tantas veces se suele pasar por alto. Ha nacido para ser el punto equilibrador de su propia balanza y solamente será cuestión de tiempo que acabe asumiéndolo. Mientras ese momento llega, haceos a un lado, dejad que se acerque y prestadle atención si os mira de un modo tan inquisitorio como acostumbra. Algo que se te había escapado le ha llamado la atención y será mejor que estés preparado para no vacilar en las respuestas. Lo que no la convence no tiene cabida por más que intentos que quiera aportarse. La caducidad que todavía ignora se traducirá en tiempo pasado cuando conjugue risueña el ayer que se le escapa. Habrá merecido la pena, pensará. Y seguramente dará por válido todo este compendio de trazos que a modo de boceto ha querido aparecer para hacerse leer. Habrá que esperar, por mucho esfuerzo que le suponga, mientras la sonrisa consiga salir vencedora tras un duelo fugaz.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario