martes, 25 de marzo de 2014


Los hechizos de Mara

Quiso la casualidad aparecer en el cruce de caminos que los versos eligen para orientar sentimientos. Rincones de poesía en los que las voces de la timidez buscaban refugio entre los ecos de las sombras del transcurrir diario hacia la nada, oficiaron de maestros de ceremonias y allí apareció Mara. Tras su expresión se adivinaba la cadencia del ritmo pausado que la emoción busca cuando cruza las noches. Y así fue, y así es. Desde las luces que la Alhambra cede a quienes buscan belleza, cada sabatina noche, las ondas se pueblan de corcheas planeadoras hacia la vega del Genil. Cuentan que las musas despiertan  al desvelo a aquellos que soñaron con aproximarse a la luminaria lorquiana y que compasivo el poeta las mueve a su antojo. La clase se imparte desde las frecuencias que tan poco frecuentes resultan en el devenir de los desdichados que las ignoran. Juran que las sonrisas de aquellos que son sacados voluntarios al estrado se malviste de timideces por no creerse merecedores de tal privilegio. Y entonces, aparece Mara. Impulsa con el susurro a los elegidos para que su voz se haga oír y sus emociones manar. Se oyen palmas de acompañamientos desde el Albaicín entre los rasgueos de guitarras plañideras que se suman al cortejo de los versos. Y entonces, aparece Mara. Y la diosa del destino la nombra albacea de las rimas que son y fueron para que las baraje a su antojo con la certeza segura en la elección. Dicen que desde el último suspiro, Granada se vuelve a rendir a sus tonos que mecen a la madrugada deshelando corazones. Y entonces, aparece Mara. Afortunado de ti, elegido por la suerte, te embarcas en una travesía en la que trazaron rumbos maestros a los que tímidamente te acercas sabiéndote eterno aprendiz de ellos. Y con el arrojo de la osadía, ella, Mara, te ofrece el más que ansiado trofeo que pudieses soñar en tus noches de trazo y pluma. Pone voz al pentagrama lírico que viste nacer a la espera de que alguien lo hiciese suyo porque suyo nació. Y entonces, aparece Mara. Te mira como sólo sabe mirar quien ve más allá del horizonte y descubre por ti la forma a dar como remate final. Entonces es cuando acabas comprendiendo la grandeza del Hechizo que te vino de su mano y te cautivó para siempre. Sé que las madrugadas de los trasnochadores sábados se han vestido de gala y nunca más dejarán indiferente a quienes se soñaron poetas y estuvieron a punto de creerse errados. Subíos al sueño quienes soñéis despiertos, pero hacedlo despacio. Pensaréis que vagáis por la soledad, y entonces, aparecerá Mara y con su voz nos devolverá a la razón que los poetas necesitamos.

 

Jesús(defrijan)

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