jueves, 13 de marzo de 2014


Mari Carmen Luján

En ti queda patente el escaso hueco que merece la compasión de los próximos conocidos o desconocidos distantes. Podría decirse que nada más acercarte, un halo de pundonor invade el aura que te envuelve exhibiendo la pancarta no escrita del valor. Rechazas desde la fortaleza, que te reconoce suya, cualquier postulado que incluya la inferioridad que a todas luces no va contigo. Hoy, cuando todos los postulados de los biempensantes  intentan abanderar derechos que no defienden, tu imagen deja bien a las claras la firmeza de tus decisiones. Sé cuan difícil ha sido el giro que diste para evitar hastíos. Y no porque en ese camino el guía del abandono marcase tu ruta, sino más bien, porque sabías de la aflicción que provocaría en aquellos que sin merecerlo, se sienten deudores tuyos. La justicia de tus actos solo es comparable con el tesón que demuestras hacia la consecución de las metas, para otros más sencillas. Eres capaz de apostar por los versos y recitarlos a voz alzada reconociendo en los aplausos la valía de tal acto que los demás admiran. Eres capaz de mirar al frente como solo las valientes consiguen hacerlo, con orgullo por tus logros, con la solvencia de tu carácter, con la impronta de tu fortaleza. Y mientras, el atuendo festivo te viste de carnavales para participar de la risa conjunta. Porque sí, de eso se trata, de conseguir lanzar a los vientos la risa como escudo ante aquellos que te niegan  lo merecido. Debieron ser el mar, el cielo y la colina las que al ofrecerse como cuna de tu fuente diseñasen tu camino entre los verdes que la ladera acaricia al compás de las higueras, de los olivos, de las eras. No cabe duda de que acertaron al apostar por ti, porque supieron distinguir en ti lo que a otros se les escapa. Y así, cuando las pólvoras renacen, lo hacen a sabiendas de tu proximidad a las flores a las que rendirás pleitesía circundando a la Plaza. Por eso, amiga mía, me congratulo al saberte firme y consciente de tu devenir. Sólo espero que a la cita de los versos no faltes, porque si careciesen de ti, perderían la rima que nace del orgullo en la consonante estrofa del valor patente. Las golondrinas están regresando para tender en los aleros sus tiznes albinegros a los trinos estivales. En ellos, fíjate, escucha, atiende, un hilo de risueña admiración te van dedicando.

 

Jesús(defrijan)

 

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