Serán los años
Imagino que serán los años los que me llevan a la reflexión
antes que a la acción. Sobre todo cuando la reacción supuesta a la puya absurda
intenta sacar delos toriles al bravo que pace en paz. Por eso, lo que pudiese
sonar a cobardía por la no respuesta, lo suelo tomar como negación del duelo a
pluma que de cuando en cuando, algún exégeta suele lanzar. Reto en el que la
reflexión me lleva a ver cuánto ganaría y cuánto perdería si lo aceptase. Viene
a cuento esta especie de refugio en la contrabarrera ante el hecho de
considerar en la composición poética al fondo bello de la misma como vasallo de
la norma que la amordaza. Vale, respeto y asumo que el anfitrión, el dueño del
ateneo, es libre de imponerlas. Ahora bien, que en base a ello, el exabrupto,
la ofensa, o la crítica a los escritos desconocidos o al número de los lectores
de los mismos, se expanda como reclamo a la norma dictada, me parece, como
mínimo una insolencia inaceptable en cualquier receptor de invitados a su
trastienda literaria. Entonces quedan como opciones entrar al trapo de rojo
provocativo para no llevar nada a ganar o prescindir de semejante reto por no
merecer el retador tal oportunidad. De cualquier modo, la posibilidad de
desenvainar el sable de endecasílabos y chocar rimas consonantes no deja de
resultar atractiva. Genios hubo que así lo hicieron, y sin ánimo por mi parte
de compararme a ellos, algo he aprendido, creo. No en balde, el debut hacia las
letras llevó a la sátira como abanderada “En defensa propia y ajena” y de ahí
hasta la fecha, las emociones han seguido trazando su ruta. No me niego la
posibilidad de blandir de nuevo los filos de las tintas si llegase el caso. De
momento, y digo de momento, repito, de momento, el tahalí reposará en el cuarto
de los intentos de ofensa. Pero, amigo mío, si vuelves a menospreciar a los
muchos o pocos que tienen la gentileza de leerme, me veré obligado a salir en
su defensa y la mía propia. Mientras tanto, sigue disfrutando de tu batuta de
mando, colocando corsés a lo que te apetezca y gozando de las prebendas que tal
situación te ofrece. No te lo tomes a mal, o sí, tanto da. De cualquier modo ya
sabes que Góngora siempre murió de envidia ante Quevedo y tú no ibas a ser la
excepción. De todos modos, gracias por saberte
mostrar así. Suelo ser indulgente con aquellos que van de lo que no son.
Serán los años.
Jesús(defrijan)
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