lunes, 3 de marzo de 2014


Serán los años

Imagino que serán los años los que me llevan a la reflexión antes que a la acción. Sobre todo cuando la reacción supuesta a la puya absurda intenta sacar delos toriles al bravo que pace en paz. Por eso, lo que pudiese sonar a cobardía por la no respuesta, lo suelo tomar como negación del duelo a pluma que de cuando en cuando, algún exégeta suele lanzar. Reto en el que la reflexión me lleva a ver cuánto ganaría y cuánto perdería si lo aceptase. Viene a cuento esta especie de refugio en la contrabarrera ante el hecho de considerar en la composición poética al fondo bello de la misma como vasallo de la norma que la amordaza. Vale, respeto y asumo que el anfitrión, el dueño del ateneo, es libre de imponerlas. Ahora bien, que en base a ello, el exabrupto, la ofensa, o la crítica a los escritos desconocidos o al número de los lectores de los mismos, se expanda como reclamo a la norma dictada, me parece, como mínimo una insolencia inaceptable en cualquier receptor de invitados a su trastienda literaria. Entonces quedan como opciones entrar al trapo de rojo provocativo para no llevar nada a ganar o prescindir de semejante reto por no merecer el retador tal oportunidad. De cualquier modo, la posibilidad de desenvainar el sable de endecasílabos y chocar rimas consonantes no deja de resultar atractiva. Genios hubo que así lo hicieron, y sin ánimo por mi parte de compararme a ellos, algo he aprendido, creo. No en balde, el debut hacia las letras llevó a la sátira como abanderada “En defensa propia y ajena” y de ahí hasta la fecha, las emociones han seguido trazando su ruta. No me niego la posibilidad de blandir de nuevo los filos de las tintas si llegase el caso. De momento, y digo de momento, repito, de momento, el tahalí reposará en el cuarto de los intentos de ofensa. Pero, amigo mío, si vuelves a menospreciar a los muchos o pocos que tienen la gentileza de leerme, me veré obligado a salir en su defensa y la mía propia. Mientras tanto, sigue disfrutando de tu batuta de mando, colocando corsés a lo que te apetezca y gozando de las prebendas que tal situación te ofrece. No te lo tomes a mal, o sí, tanto da. De cualquier modo ya sabes que Góngora siempre murió de envidia ante Quevedo y tú no ibas a ser la excepción. De todos modos, gracias por saberte  mostrar así. Suelo ser indulgente con aquellos que van de lo que no son. Serán los años.

 

Jesús(defrijan)

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