1. Las
viñetas
Siempre se han llevado mal el
humor y el poder. Sobre todo cuando el poder ha recibido del humor la flecha
que le hacía vulnerable, o así lo sospechaban. Si el poder es político, cuidado. De sus
normativas podrían legislarse mordazas que tomasen la forma de gomas de borrar para
evitar lo que consideren como escarnios. Tras sus ternos azules, grises,
negros, creerán que la dignidad habita por el hecho de llevarlos y en ella, el
hueco al humor no existe. Si el poder es religioso, mucho cuidado. No esperarán
a que el infierno se encargue de los chistosos que en este mundo se han logrado
mofar de sotanas, hábitos, y demás atuendos bendecidos por la fe. Dará lo mismo de qué sacristía provenga. A base de hostias,
de burkas, de estrellas de seis puntas,
la cuestión radicará en eliminar la risa
en el nombre de la rosa o de quien haga falta. No se plantearán que sus postulados carecen
de interés terrenal y que las glorias a alcanzar en el más allá igual no
interesan. Por las buenas o por las malas, el rebaño debe obedecer y seguir
creciendo para no desviarse del redil al que va destinado. El raciocinio
carecerá de importancia ante el hecho de que no será necesario responder a
preguntas trinitarias, versos mahometanos o antiguos testamentos. Y mientras tanto, el poder, aliándose con los
manipuladores de las creencias para mayor beneficio y perpetuidad. La dualidad de cuerpo y espíritu habrá que
regularla de tal modo que ninguna de ellas se manifieste libremente. Y mucho
menos si utiliza el sarcasmo, por supuesto. No será necesario remontarnos a aquellos años
en los que el humor se vestía de negro por no llorar. Basta con que un clon de Pokemon
se sienta satirizado para que líe una de
mil demonios contra la libertad de expresión. Basta con que alguien le ponga
rostro al profeta para que el fanatismo salga a escena. Basta con que alguien
reclame su tierra para que un muro parcele la que un dios adjudicó. Basta con que
los privilegios obtenidos a base de esparcir penitencias se vean amenazados
para que se ponga el grito en el cielo.
De modo que no os quedará otro remedio que seguir apostando por las viñetas que
den color a la vida, que sean capaces de reflejar nuestros propios defectos y
así disfrutar de la risa, que sin duda, aporta felicidad sin necesidad de ser víctima.
Y eso, si, caso de morirse, mejor de
risa
Jesús (http://defrijan.bubok.es)
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