sábado, 10 de enero de 2015


1.     Las viñetas

Siempre se han llevado mal el humor y el poder. Sobre todo cuando el poder ha recibido del humor la flecha que le hacía vulnerable, o así lo sospechaban.  Si el poder es político, cuidado. De sus normativas podrían legislarse mordazas que tomasen la forma de gomas de borrar para evitar lo que consideren como escarnios. Tras sus ternos azules, grises, negros, creerán que la dignidad habita por el hecho de llevarlos y en ella, el hueco al humor no existe. Si el poder es religioso, mucho cuidado. No esperarán a que el infierno se encargue de los chistosos que en este mundo se han logrado mofar de sotanas, hábitos, y demás atuendos bendecidos por la fe. Dará lo mismo  de qué sacristía provenga. A base de hostias, de burkas, de  estrellas de seis puntas, la cuestión radicará en eliminar la risa  en el nombre de la rosa o de quien haga falta.  No se plantearán que sus postulados carecen de interés terrenal y que las glorias a alcanzar en el más allá igual no interesan. Por las buenas o por las malas, el rebaño debe obedecer y seguir creciendo para no desviarse del redil al que va destinado. El raciocinio carecerá de importancia ante el hecho de que no será necesario responder a preguntas trinitarias, versos mahometanos o antiguos testamentos.  Y mientras tanto, el poder, aliándose con los manipuladores de las creencias para mayor beneficio y perpetuidad.  La dualidad de cuerpo y espíritu habrá que regularla de tal modo que ninguna de ellas se manifieste libremente. Y mucho menos si utiliza el sarcasmo, por supuesto.  No será necesario remontarnos a aquellos años en los que el humor se vestía de negro por no llorar. Basta con que un clon de Pokemon  se sienta satirizado para que líe una de mil demonios contra la libertad de expresión. Basta con que alguien le ponga rostro al profeta para que el fanatismo salga a escena. Basta con que alguien reclame su tierra para que un muro parcele la que un dios adjudicó. Basta con que los privilegios obtenidos a base de esparcir penitencias se vean amenazados para que  se ponga el grito en el cielo. De modo que no os quedará otro remedio que seguir apostando por las viñetas que den color a la vida, que sean capaces de reflejar nuestros propios defectos y así disfrutar de la risa, que sin duda, aporta felicidad sin necesidad de ser víctima. Y eso, si, caso de morirse, mejor  de risa

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario