Orientarse con los pies
La tecnología no deja de sorprenderme
día a día. Resulta que acaban de diseñar y sacar al mercado una aplicación que
se instala en las plantillas adecuadas y cuya misión consiste en transmitir
mediante vibraciones la ruta exacta hacia el destino elegido. Es decir,
programas desde cualquier dispositivo la opción, te calzas las zapatillas y a
caminar. Genial. Ya no es necesario consultar el mapa obsoleto, ni la placa de
la fachada correspondiente, ni preguntar al viandante de turno. Sencillamente,
con marcarte unos pasos de claqué a ritmo de pulsaciones en los metatarsos, será
suficiente. Y digo yo, sin ánimo de ponerme pesimista, ¿qué pasará cuando
vayamos acompañados y cada cual opte por
una ruta diferente? A las disputas propias de quienes nos convertimos en marcos
polos cotidianos, se le habrá de sumar la querencia personal. Eso sí, mientras
tanto, el baile de San Vito alternará con la Tarantela bajo tus plantas. Será algo
así como la tentación que a menudo nos llega y a la que tan habitualmente
rechazamos por temor a pecar. Por supuesto que dejaremos de prestar atención a cuanto sucede ciento setenta y cinco centímetros
más arriba por estar concentrados en el polo inferior. Obviamente, la aplicación
será ampliada con un registro de aciertos y errores sobre las estadísticas que
la página que será creada al efecto. No será necesario desandarlo andado puesto
que el mismo calzado nos corregirá sobre la marcha. Quizás se encargue de
analizar si el ritmo que llevamos es el adecuado a nuestra edad y/o condiciones
físicas para acelerarnos o ralentizarnos a su antojo. Queda para no mucho más
adelante la versión casera mediante la cual en las pantuflas se nos orientará
sobre la medicación a tomar, la tensión podológica, la circulación de las
extremidades. Miedo me da el pensar de otras opciones que sigan empeñadas en
regularnos la libertad de opción camuflándose en virtuosismos informáticos. Es
el mundo virtual hecho realidad y continúa colonizando nuestro día a día. Hace
tiempo que empezó por el cerebro, siguió por la vista y se dirige a los pies.
Aunque bien mirado, visto el caminar de zombis que inundan las aceras abducidos
por una pantalla tras la cual se asoma otro zombi parecido, no va a resultar
mala opción la de estas zapatillas. Ya le añadiremos el plus que evite los
choques en cadena sin necesidad de alzar la vista y perder el ritmo del tecleo callejero. Sea como fuere, antes de que los juanetes
acaben destrozando semejante dispositivo dejo abierta la posibilidad de escuchar
a quien las haya o vaya a probar. Más que nada para saber a qué atenerme si les
veo bailar en mitad de la calle una danza más propia del tío Calambre que de un
transeúnte cuerdo.
Jesús (http://defrijan.bubok.es)
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