miércoles, 21 de enero de 2015


     Los cincuenta

Se ha puesto de moda la celebración de este cumpleaños a mitad de tu siglo de existencia.  Esa barrera fronteriza que separa las etapas cumplidas a la espera de las que quedan por llegar se convierte en un bautizo de parabienes entre las aguas que manan de las instantáneas del ayer. Allí aparecen semejantes tuyos a los que logras reconocer tras no pocos esfuerzos y entre los que te incluyes. Modas pasadas que provocan risas escondidas entre recuerdos de vivencias maravillosas que no lo fueron tanto pero que la lejanía encumbra. No aparecen, no se les permite la entrada a la fiesta, los daños que formaron parte de ti porque ya en su día tuvieron afilada la hoja que te sangró y recordarlo te duele. Es el momento de la alegría, del jolgorio,  y ellos están de más. Se han añadido a tu vida amistades que parecen haber esperado su turno para acompañarte en las siguientes décadas y que difícilmente dejarás de lado. Y miras a tu alrededor congraciándote de todo lo que la vida te ha deparado porque no podía ser de otro modo. Eras un libro en blanco y lo has ido escribiendo de modo improvisado sin guión previo al que seguir. Nada mejor que dejarse guiar por la vida para que la vida sea guiada por tus esperanzas por muy utópicas que parezcan. Nada mejor que al volver la esquina que los cinco decenios ha trazado para vislumbrar un nuevo horizonte de risas, azules, alegrías. De todos modos, si ha de llegar el momento de renuncia, llegará de cualquier modo independientemente del vestuario que luzcamos. Así que lo mejor será intentar verle el lado positivo para que no nos pille con las defensas bajas. Y si se ha de renunciar a no ser adolescente, pues se asume y ya está. Y si tus gafas han de aumentar de dioptrías, pues que tus ojos elijan la mejor montura. Y si  los deseos de otros cincuentones son los de dejarse llevar por los derroteros del pesimismo, pues allá ellos. Siempre habrá un hueco en el que ubicarse frente al abandono del blanco de tu existencia. No deja de ser un año más el que se suma a los tuyos, aunque a veces nos cueste reconocerlo. De cualquier forma, quien haya traspasado esa barrera como lo he hecho yo hace años, sabrá de qué hablo, y quien no sea capaz de soportar esa losa imaginaria que le viene encima, saldrá  sepultado si no lo remedia en su propia tumba por él cavada.  A los que están por cumplirlos, ánimo; a los que ya los cumplimos, nos vemos en los cien, a ser posibles, un poco más locos.    

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