lunes, 12 de enero de 2015


1.      El bastón de los selfis

Pues sí, efectivamente, han sido el artilugio de moda y siguen siéndolo. Un armazón a modo de brazo articulado que consigue capturar entre las garras de uno de sus extremos a la cámara presa para inmortalizar el autorretrato, puebla el decorado a fotografiar. De mayor o menor extensión, de mayor o menor consistencia, han convertido a los comunes en egregios aristócratas que se dignan en expandir sus instantáneas por los espacios azules o carentes de luz a mayor gloria de los dedos pulsadores.  Reconozco que he llegado tarde. A parte de la poca habilidad para la fotografía que  tengo, la no existencia de semejante aparato impidió que cuando empecé a practicar los selfis, tuviesen la mínima calidad exigible. De modo que me veo en la tesitura de repetirlos o seguir ignorando la existencia de semejante cayado. O me visto de antiguo hombre televisivo del tiempo que extendía su puntero anunciando chubascos, o me sigo fotografiando  en base a la amistad con aquellos a los que aprecio del modo habitual, o me convierto en una réplica de Mazinger Z  al grito de brazos fuera. No sé si sería lo más acertado quitarle espontaneidad. Creo que no me sentiría cómodo con la prolongación de mis dedos a la hora de plasmar las imágenes venideras; como que resultarían menos creíbles. De cualquier manera, posaré gustoso ante quien alargue ese  garrote si con ello le provoco satisfacción. Sea como sea, lo verdaderamente importante será seguir formando parte del recuerdo visual de quienes tienen la pretensión de añadirme a su lista. Lo demás, carecerá de importancia. Mientras tanto, este rey de los objetos de moda, que siga reinando a su antojo para que la instantánea de rigor salga a escena. Aunque bien pensado, igual me interesaba llevar uno encima y no para fotografiar a metros de distancia. Quizás el uso como garrote sería el más adecuado ante tanto pelele como anda suelto y es merecedor de semejante penitencia. En fin, y aviso, por si acaso me da por armarme con uno de esos aparatos, tened cuidado. Lo más probable es que se me caiga la cámara, o que os golpee sin querer y el estropicio sea mayor que la supuesta imagen que le daría sentido. Mientras tanto, si os lo pido, no os resistáis a selfiaros conmigo; seguirá siendo un placer, os lo aseguro.   


   

No hay comentarios:

Publicar un comentario