miércoles, 15 de julio de 2015


Aquella inolvidable mona de Pascua  (…… y capítulo 4º)

El desembarco en la plaza de Campillo ya de por sí fue una Odisea. Justo frente al Chicarro, aquellos que parecíamos componentes de una horda asiática,  descendimos de los vehículos variopintos y a paso vivo nos dirigimos hacia los salones de la Lorenlu. El acceso  solo fue posible por la forma de ser de Mariano al que tantos ratos buenos de diversión y transporte le debemos. Ya en las mesas habían quedado esparcidos los restos de los convites y desde la pista de baile tantas veces frecuentada,  los pasodobles aportaban su grano de arena a la digestión  que se aventuraba difícil. En un rincón las señoras con sus bolsos de piel custodiados a modo de salvoconducto del que no se desprendían bajo ningún concepto. Las lacas cumpliendo fielmente con su misión mantenían los peinados a modo de alambradas carcelarias y ni un mechón se atrevía a salirse de la fila. En otro rincón los trajes de los caballeros cortados por el mismo patrón refugiaban sudores y dobladillos de mangas a la espera de recuperar alientos entre tanta copa de anís  ardiendo en el interior. Miles de parabienes se cruzaban de parte a parte y todos volvían a reafirmarse en lo excelente que estaba resultando todo. Y aparecimos. Efectivamente, aparecimos con los atuendos ya mencionados de tunantes festeros. El desparrame entre los invitados se produjo al instante y las rumbas pidieron paso a Georgie Dan, y este se lo daba a María Jesús que sacaba a volar a sus pajaritos y estos acababan sus vuelos en medio de la Conga de Jalisco. Pocos eran conscientes de estar danzando entre quienes estábamos en libertad condicional y la fiesta seguía. Dimos la enhorabuena a los contrayentes, a los padrinos, a los que se nos pusieron a tiro mientras los vencejos de las mantas suplicaban descanso.  Ya con los últimos toques de despedida desde la cabina del pinchadiscos, dijimos adiós y reemprendimos la vuelta. Los veinte kilómetros de regreso pasaron volando entre los comentarios de los acontecimientos del día y nada más llegar a Enguídanos pudimos comprobar cómo la noticia había corrido como la pólvora convenientemente aderezada y exagerada.  Cada cual dio su versión más o menos parecida en casa y seguimos a la espera de juicio. Bueno, quizás mejor, a la espera de recuperarlo para volver a ser capaces de revivir otras monas como aquella que sin duda resultó inolvidable. Será casualidad o quizás el karma me dice que levante el pie del acelerador cada vez que vuelvo a pasar por ése mismo punto. Sea como sea  unos  relinchos de caballos de madera me llegan desde fronda próxima a modo de advertencia.    

 
Jesús(defrijan)

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