lunes, 20 de julio de 2015


El  “por si”

Esa abreviatura suele estar tan presente en nuestros días que parce que hubiera nacido como custodia de las dudas. Se nos plantea cuando vamos a realizar un viaje y abrimos la maleta vacía que llevaba meses esperando turnio para ser subida al carrusel del  movimiento. Allí, con sus espacios abiertos a la par que las puertas de los armarios y cajones, el “por si” hace su acto de presencia entre las disputas de las prendas que quieren desplazamiento y aquellas que están a punto de ser ignoradas una vez más. Normalmente sigues un plano sobre tu propio cuerpo y vas subiendo de pies a cabeza añadiendo prendas y cotejando días de posible uso. Da igual si el desplazamiento lo realizas a destinos nuevos o a aquellos en los que ya dispones de suficiente vestuario. La diseminación de atuendos por encima de la cama está a la espera de juicio y tú te ves en la tesitura de negar o aprobar el embarque hacia la maleta en cuestión. Tanto si el movimiento migratorio de ti mismo lo provoca el vuelo o lo adhiere el asfalto, las dimensiones se empiezan a quedar exiguas en breves minutos. Y das una y mil vueltas a la lista confeccionada por más que la hayas repasado mil y una veces.  Y misteriosamente, algo a penúltima hora, se suma. O bien las pastillas preventivas del dolor que supuestamente podría venirte y al que hay que poner freno;  o el artilugio que sirve de armazón a la cámara con la que plasmar todo aquello que conoces y no habías visto; o las cremas faciales y/o corporales que aldrán en tu auxilio ante un ataque cruel de las radiaciones; o las imprescindibles tiritas que ya se frotan los plásticos al saberse prontas a entrar en acción sobre tus pies. Está claro que hasta el ultimísimo momento el cierre numérico de la valija no será definitivo.  Quizás si nos dedicásemos a viajar menos y volar más entendiésemos que lo verdaderamente imprescindible es saberse cómplice de aquellos a quienes vamos a visitar para entender esos modos de vida tan diferentes o similares que nos hacen comunes. Entonces sobraría la exclamación precedente y el fin justificaría la ausencia del “por si“   temeroso que cargamos en la mochila de la inseguridad en la puerta de embarque de un viaje llamado  ilusión. Por si acaso estáis haciendo la maleta, suerte y buen viaje.    

Jesús(defrijan)

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