miércoles, 29 de julio de 2015


  1. Sicilia ( capítulo 1º)

A la hora de embarcarse en un viaje programado del que sólo sabes las etapas de modo somero, la primera sorpresa  salta al coincidir con tus compañeros de travesía. Sobre el piso del edificio de salida las miles de interrogantes se lanzan silenciosas sobre los perfiles de quienes  las tienen preparadas a su vez y sin respuestas. Estas llegarán en el transcurso de los días y con algo de suerte  serán tan positivas como deseaste. Salvo excepciones,  comprobarás como el número mínimo de viajeros se agrupa en torno al dos y sucesivos múltiplos dándole a la partida un cierto toque de cobijo que solamente el solitario sufrirá durante unas horas. Nada hay más solidario que el deseo de pasarlo bien y el miedo angustioso al Ícaro motorizado que surcará con cien plazas los cielos en busca de la holganza. A las estrecheces de la cabina del avión habrás de añadirle un cambio de ruta inesperado que sumará algo de tiempo a la llegada prevista y todo lo darás por bueno si te espera el aeropuerto como paño secante de los escalofríos previos. Allí, sobre la terminal, observarás como Amparo y Concha son la antítesis pareja de lo dicho. Una locuaz hasta la extenuación y la otra callada desde la sonrisa amable de su rostro. Y próximas a ellas, Miquel y Paco, coincidentes en origen y hasta el momento desconocidos de las anteriores. Ambos equipados como últimos supervivientes en busca de las aventuras que han ido descubriendo en su estudio previo de la isla.  Y a su lado Pepe Toni y María José, infatigables viajeros,  que desgranarán poco apoco su aversión a las aves y a las harinas, explicando en modo muy personal las múltiples variaciones caseras que el idioma aporta si lo improvisas ante el pueblo que cree dominarlo. Y cerca, Trini con Roque, huidizos callosinos que buscan el relax desde el enfoque a contraluz de las fotografías y la sonrisa dorada del deje murciano. Marce y Jose, aportando por este orden el equilibrio que mantiene la  bondad  con el sarcasmo más absoluto. Y con ser todo esto el anticipo de lo que nos esperaba, escuchar a Alejandra, nuestra guía de grupo, exponer sus orígenes pedroñeros ante un grupo de minglanilleras encabezado por Asun, seguido por Maru, custodiado por María y acompasado por Nuria  anunciaba un crisol digno del mejor boceto. Eso sí, como firma en mayúsculas, Pedro. Casi dos metros de notario traductor que nos dio mil versiones sobre su situación personal tanto laboral como afectiva. Creo que me detendré en él con más detalle porque merece la pena, casi más que las leyendas del  Jónico, os lo aseguro.         

Jesús(defrijan)  

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