viernes, 3 de julio de 2015


El mutismo  del gilipollas

Suele ser tan habitual hablar como habitual el no escuchar lo que el otro dice. Igual hemos perdido  la capacidad oratoria en base a practicarla a modo de soliloquios acompañados y así nos va. Y en el caso de que la capacidad de expresión salga a la luz en los grupos virtuales cibernéticos hay ocasiones en que resulta de lo más chocante la variedad de reacciones que se suceden. Está el mudo que hace gala de su silencio y además ejerce de censor de aquello que considera no oportuno leer en dicho grupo. Tan solo bastaría con pasar página si es que se considera desilusionado con lo que sus ojos perciben y su meninge no asimila. Pero no, de eso nada, no le es suficiente. A su insustancialidad como participante le suma un supuesto decálogo que en su fuero interno cree que debe cumplir dicho grupo sin encomendarse a nadie más. No es que dé razones contrapuestas que iniciarían un debate más o menos fructífero, no; sencillamente se autoproclama jabato de normas que ni él mismo conoce. Eso sí, para dejar constancia de su excelso vocabulario, lo sacará a la luz desde la brevedad dela gilipollez que le sirve de toga y en ella se reconforta. Uno dirá que el uso de mayúsculas en poemas es de mal gusto porque no sabe dónde ha leído que significaban grito y como tal hacía vibrar en exceso a los cándidos tímpanos de los oyentes-lectores; otros catalogarán con cualquier epíteto absurdo a lo que ni siquiera entienden por merecerse a sí mismos el título de guías espirituales de dicho grupo. Grupo que por otra parte, si no fuese por el atrevimiento de algún participante a la hora de darle vida, moriría en su propia mirada hacia el ombligo del silencio. Por eso me encantan los grupos dinámicos y libres en su manera de hacer. Únicamente la corrección, educación y buenas formas, serán las limitaciones que habrán de tener y así el mutismo sabrá que no es bienvenido. Poco importará si las señales de aprobación o rechazo por parte de los lectores suman más o menos votos; lo importante será que aquellos que tengan algo que contar, recitar, decir, compartir, lo hagan. Así evitarán ahogarse en la propia soga que sólo los truñosos, silenciosos vigías, absurdos censores, marionetas de la vergüenza, o simplemente gilipollas, no saben cómo quitarse de su propia garganta.

Jesús(defrijan)   

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