Óxi frente a Vαí
Cuando el miedo se pierde se suele levantar la vista hacia
el frente y el horizonte aparece más nítido que hasta ahora. Se deja de andar
cabizbajo en actitud de sometimiento a unas reglas con las que no estás de
acuerdo. Se deja de pedir perdón por el pecado no cometido para que el de
enfrente sepa de nuestra voluntaria abdicación a sus más mínimas insinuaciones.
Y todo lo que la corrección del estatus proponía se deja de lado. Los peldaños
de esa escalera de mármol tan bien diseñada desde arriba empiezan a amarillear
desde el desgaste que nosotros
provocamos entre tanta subida y bajada y no quisimos ver. Poco a poco se irá
resquebrajando lo inamovible y por más advertencias que nos lleguen, ya no
tendrán cabida en nuestro yo más íntimo. La toxicidad que fueron esparciendo ha
saturado de tal modo el ambiente que lo hace irrespirable y necesitamos de
ventanas abiertas. Ni el gesto fruncido por la usura que ignora necesidades
será capaz de volvernos a poner los grilletes que a conciencia o sin ella nos
dejamos calzar. Han ido intoxicando tanto a tantos durante tanto tiempo que ni
su propia mascarilla les sirve de escudo. Han lanzado órdagos infernales a
quienes consideraban cándidos seres a quienes las migajas de la calderilla
harían felices sumisos. Y se han equivocado. La pelota ha cambiado de campo y
ahora no saben si proporcionarle aire
para que rebote más fuerte o cambiarla por
algún otro deporte menos exigente. El
dilema es así de sencillo. Diseñaron un reglamento para un juego en el que la victoria siempre
caería del mismo lado. Ahora les queda un tiempo de reflexión para intentar
contener la lava del volcán que prendieron sin medir bien sus consecuencias y amenaza con destruir a la Pompeya actual llamada Europa.
Pero habrán de estudiar bien los mecanismos de recuperación de este examen que han suspendido. Tienen todo el
verano para aplicarse en ello y el temario sigue empezando por la palabra
justicia. Si se empeñan en el error, volverán a suspender, y quizás el curso
próximo, algunos de los estudiantes
menos afortunados decidan cambiar de colegio. Y entonces, ¿quién les hará compañía?¿quién
les cederá el puesto de aventajados del que siempre se vanagloriaron? ¿quién
querrá seguir siendo ninguneado por los delegados de clase que cuidan más el
llevarse bien con el profe que defender a sus compañeros? Este Oxi , mal que les
pese, lleva un Vαí implícito y solo es
cuestión de que quieran verlo, leerlo y aceptarlo. Yo, en su caso, me pondría a
estudiar desde hoy mismo.
Jesús(defrijan)
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