viernes, 23 de octubre de 2015


       El padrino

Desde luego no pienso negarme en absoluto a serlo, amiga mía. Ten por cierto que será un placer y un orgullo enorme llevarte ante quien ejerza de oficiante para tu enlace. Pero como comprenderás, la ocasión merece una puesta en escena acorde y las diferentes  temáticas aparecen a modo de ofertas. Un enlace al uso no sería lo más sugerente cuando de sobra sabes que la risa ha de presidir la existencia como pócima salvadora ante los malos augurios. No una risa vacua, absurda, fingida, no; una risa nacida de la alegría más sincera que el cariño tiende en las cuerdas de la guitarra que entona melodías de dicha. Así que deberemos barajar el atrezo para no caer en la sima del simplismo que tomaría un protagonismo no merecido. Sea cual sea la época que decidas, estará bien; aunque ya sabes que la primavera o el verano aportan un colorido especial  a las ganas de diversión. Yo, si me lo permites, te sugiero una por el rito vikingo. Imagínate, tú y todas con trenzas rubias a modo de valkirias enfundadas en unas túnicas blancas  con sandalias de flores. Nosotros cargados de pieles, cascos cornudos y escudos protectores ante las improbables agresiones de la estupidez circundante. De nada servirá argumentar ante quienes no serán capaces de entender y aplaudir semejante puesta en escena.  Invocaremos a  Odín  mientras los jabatos se escabullen por la sala de ceremonias a  modo de libertos de las parrillas.  No creo que sea necesario fletar un drakar  para arribar desde las turbulentas aguas de la duda al plácido puerto del amor. Y ya de paso invocaremos a las fuerzas del firmamento para que nos llegue la aurora boreal  que tanto ansías conocer. Habrá que confeccionar la lista de invitados de la que excluir a quienes por sí mismos ya se excluyen al enclaustrarse en el caparazón de la norma. De todas a las que he asistido una especialmente resultó inolvidable. Cada quien aportó lo que quiso de lo que quiso para quien quisiera y el novio formó parte del grupo pop que amenizó la noche. Pues la tuya no va a ser menos, querida. Vete pensando en quien ejercerá de oficiante para advertirle del guion a seguir  y de los artículos que debe mencionar  para que todo siga su curso legal a mayor gloria del formalismo solicitado. Pero piensa que la luna de hiel siempre está al acecho para tornarse en menguante a la menor ocasión y no es la invitada. Vete pensando en lo esencial que ya nos encargaremos los demás de los detalles. Pero sobre todo recuerda  que sólo nacemos para ser felices y tú, amiga mía, lo mereces como pocas.

Jesús(defrijan)

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