El padrino
Desde luego no pienso negarme en absoluto a serlo, amiga
mía. Ten por cierto que será un placer y un orgullo enorme llevarte ante quien
ejerza de oficiante para tu enlace. Pero como comprenderás, la ocasión merece
una puesta en escena acorde y las diferentes
temáticas aparecen a modo de ofertas. Un enlace al uso no sería lo más sugerente
cuando de sobra sabes que la risa ha de presidir la existencia como pócima
salvadora ante los malos augurios. No una risa vacua, absurda, fingida, no; una
risa nacida de la alegría más sincera que el cariño tiende en las cuerdas de la
guitarra que entona melodías de dicha. Así que deberemos barajar el atrezo para
no caer en la sima del simplismo que tomaría un protagonismo no merecido. Sea
cual sea la época que decidas, estará bien; aunque ya sabes que la primavera o
el verano aportan un colorido especial a
las ganas de diversión. Yo, si me lo permites, te sugiero una por el rito
vikingo. Imagínate, tú y todas con trenzas rubias a modo de valkirias
enfundadas en unas túnicas blancas con
sandalias de flores. Nosotros cargados de pieles, cascos cornudos y escudos
protectores ante las improbables agresiones de la estupidez circundante. De
nada servirá argumentar ante quienes no serán capaces de entender y aplaudir
semejante puesta en escena. Invocaremos
a Odín
mientras los jabatos se escabullen por la sala de ceremonias a modo de libertos de las parrillas. No creo que sea necesario fletar un
drakar para arribar desde las
turbulentas aguas de la duda al plácido puerto del amor. Y ya de paso
invocaremos a las fuerzas del firmamento para que nos llegue la aurora
boreal que tanto ansías conocer. Habrá
que confeccionar la lista de invitados de la que excluir a quienes por sí
mismos ya se excluyen al enclaustrarse en el caparazón de la norma. De todas a
las que he asistido una especialmente resultó inolvidable. Cada quien aportó lo
que quiso de lo que quiso para quien quisiera y el novio formó parte del grupo
pop que amenizó la noche. Pues la tuya no va a ser menos, querida. Vete
pensando en quien ejercerá de oficiante para advertirle del guion a seguir y de los artículos que debe mencionar para que todo siga su curso legal a mayor
gloria del formalismo solicitado. Pero piensa que la luna de hiel siempre está
al acecho para tornarse en menguante a la menor ocasión y no es la invitada.
Vete pensando en lo esencial que ya nos encargaremos los demás de los detalles.
Pero sobre todo recuerda que sólo
nacemos para ser felices y tú, amiga mía, lo mereces como pocas.
Jesús(defrijan)
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