Obsesión
Se movía en ese límite fronterizo en el que el deseo se
antepone a cualquier razón. Todo lo tomaba como muestra evidente a su favor y
era incapaz de renunciar a lo que a todas luces no era más que un producto de
su fantasía. Había crecido desde los tallos tiernos de una juventud abierta y
sus pasos se fueron acelerando de tal modo que no supo distinguir el freno de
la celeridad. No meditaba más allá de lo que perfilasen sus sueños y aquello
derivó en un estado de ansiedad permanente de la que no sabía salir. No sólo no
sabía sino que sus espirales siempre emprendían el camino del descenso hacia la
sima del desespero carente de luz. A modo de grito ahogado expandía desafíos
con la esperanza manada de la lástima y no aceptaba ver la realidad irreal en
la que se movían sus anhelos. Un ser solitario desde la soledad que nace de un
interior nacido para la entrega y poco correspondido que lloraba silencios y
ahogaba suspiros. Todos los esfuerzos que
prodigó a lo largo de su existencia no encontraron los quereres de un
camino de vuelta que tanto merecía. Forjó una identidad pareja para así liberar
a la mariposa de sueños que buscaba horizontes azules entre las turbulencias
del gris. Llegó a darse cuenta de cómo desde el espejo cruel de la soledad una
imagen gemela que se le parecía se compadecía y guardaba silencio. No quería
ver la realidad de unas hojas caídas del calendario que hacía tiempo el propio
tiempo fue arrancando. Ni la risa, ni las palmadas aquiescentes suponían algo
más que un acto de caridad que intentaba vestir de sincero abrazo sin serlo.
Vagaba por las noches como espectro sonámbulo de una estrella que le cegaba la
vista y alejaba de la razón. Y así, poco a poco, más rápido de lo que aquel
reloj de arena que marcaba su ritmo caprichoso dispuso, cayó en el error. De
nada le sirvieron las preguntas sin respuesta a quien no aceptaba más respuesta
que una espera baldía de algo que no
regresó. Emprendió un viaje sin retorno hacia una quimera que creyó real y que
acabó convirtiéndose en una obsesión de la que tanto le costó apearse por más
dilatada que fuese la esperanza que sólo una de las partes veía firme. A veces,
en las noches de luna llena, dos ojos insomnes siguen fijos el camino de un amanecer
que le sabe a sal.
Jesús(defrijan)
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