viernes, 30 de octubre de 2015


   La inmortalidad

Estamos en vísperas de la festividad  más contradictoria que pueda existir. Declaramos festivo el día en el que traemos al presente a los ausentes en un deseo imposible de tenerlos entre nosotros. Y lo hacemos pertrechados con los aromas de lo pétalos que darán un tono colorido al recinto con el deseo de vestir de gala al granito normalmente negro. Como si vistiéramos de etiqueta  el smoking  del inquilino silencioso que merece descanso eterno. Y en el desfile los ramos tanato-nupciales ocuparán el espacio de los jarrones  situados en los balcones de la fachada para demostrar lo indemostrable. Allí, desde las miradas impresas, a modo de precursores de una red social infinitamente extensa, los rostros de quienes fueron permanecerán inalterables año tras año a la espera de la visita obligada. Y en cada uno de ellos, a poco que nos fijemos, iremos descubriendo las virtudes que le vistieron. Puede que nos demos cuenta de la caducidad del tiempo al comprobar la fecha de su adiós y empecemos a percatarnos que la lista se acerca a nosotros. Puede que en algún caso descubramos epitafios  grises puestos con desgana o alguno nacido de las entrañas más dolorosas que el robo de la vida promueve. Sea como fuere, surgirán preguntas sobre el futuro del futuro que nos espera y  al que tantas veces  nos guiamos por las vías del miedo. Allí, tras el camafeo pétreo en el que unos ojos nos escrutan, rebobinaremos  vivencias y carencias que formaron parte de nuestro común existir y en todas ellas el interrogante seguirá su curso. No sabremos a ciencia cierta si les hicimos felices, si cumplimos con  sus esperanzas, si les dimos el cariño que merecían y no se atrevían a pedir, si les mereció la pena tenernos cerca.  De ahí que necesitemos nosotros, y no ellos, las flores como  si solicitásemos su perdón si les decepcionamos en algún momento. Ellos ya gozan del infinito en el que no es necesario disfraz alguno para mostrarse ante los demás como realmente fueron y siguen siendo. Posiblemente mientras coloquemos los búcaros que por una semana custodiarán flores naturales antes de que el sol las marchite, un guiño cómplice soñemos que nos llega desde sus rostros, y en ese gesto encontremos su respuesta. Saben que a la menor ocasión, sin necesidad de formar parte de la comitiva que el día prepara, los volveremos a visitar para agradecerles cuanto hicieron porque en nosotros anidase su modelo de conducta y  entonces, no tengáis duda, sabremos lo que significa la Inmortalidad.

 

Jesús(defrijan)

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