Ricardo
No sé, ni falta que hace, sus apellidos, ni sus apodos. Sé
que hace un tiempo no demasiado largo decidió darle una vuelta a su timón y
regresar a la cuna que tan magnánima se muestra con nosotros. Y a fe que acertó
al hacerlo. Pasea su imagen con el andar de quien tan habituado a estado a las
caídas de las dudas y con un tesón imaginable ha sabido sobreponerse. Forma
parte del elenco de quienes durante muchos años fueron apátridas en tierras
hospitalarias e inhóspitas a la vez.
Calla para sí los altibajos que tras sus lentes de concha se adivinan y su
altiva mirada la escuda tras las pestañas de la bondad. Protagonista de
episodios de una novela aún no escrita
sobre la que dejar constancia de un deambular por la cara oculta de la risa.
Cercano sin invadir y cortés desde la andana del saberse bien recibido. Busca
para sus adentros el encuentro entre la subsistencia y el sosiego que solamente
los límites son capaces de diseñar. Se mueve entre las copas con la altanería
de quien se sabe vencedor de un reto que tantas batallas planteó y tantas
batallas perdió. Supo sacar la savia de las resinas para dejar paso al romero
expansivo de los montes. Y entre los perfiles calcáreos se siente feliz. Poco
importará si las saetas de la mofa le buscan como diana; él sabrá situarse en
el nivel del menosprecio cortés guardando para sí la réplica inmerecida. Grande
como los auténticos sin más alharacas que su cara a cara. Se hace merecedor del
respeto como superviviente de naufragios que a otros engulleron. Le veréis
transitar entre el tic tac del tiempo que la torre gotea y su sonrisa saldrá a
la luz como saludo cortés. No os lo perdáis, no dejéis de prestadle atención.
Puede que en algún momento os pille con la guardia baja y os acabe
sorprendiendo con el sello de unas cicatrices que fueron curtiendo sobradamente
a este ser especial llamado Ricardo. Nos debemos una charla sosegada sobre la
que desenmascarar incógnitas para dar crédito sin avales a quien avales no
necesita. Mudó de nido sin mudar las plumas y cada vuelo que realiza supone un
planeo de acierto del que a sí mismo se felicita. Uno de tantos que como tantos
se significa en su propia singularidad. Empieza a liar el primer cigarrillo de
la mañana y no creo que sea prudente distraerlo de su tarea. Ya ha prendido y sus pasos empiezan a descender hacia la plaza. Un
nuevo día le reta y seguro que acaba ganándole el pulso.
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