La ciudad de los prodigios
Es decir, Barcelona. En concreto, la Barcelona
comprendida entre los años finales del siglo XIX y comienzos del XX, entre dos
Exposiciones Universales. En ese marco, nuestro protagonista, Onofre Bouvila, pasa de su cuna de pagés
pirenaico, a la búsqueda de un futuro más halagüeño en la gran urbe que acabará
fagocitando para sí a tantos como él. Un ascenso social de quien sabe buscar
con todo tipo de artimañas esa escalera hacia el éxito al más puro estilo
picaresco que tantos momentos de gloria y solidaridad provoca en el lector. En
más de una línea saltan ante tus ojos los antepasados rostros de los actuales
rostros y entiendes el porqué de su situación actual en la sociedad catalana y
por extensión en cualquier otra que se le asemeje. La complicidad con los actos
del protagonista que acabas desarrollando te da que pensar en si tú mismo
habrías actuado de modo similar llegado el caso. Por un lado, el conformismo situándote
en el nivel correspondiente a tu estirpe. Por otro, el deseo incontenible de dar
el salto hacia escalones superiores desde los que ignorar el vértigo que supone
mirara hacia abajo. Y todo ello en mitad de las convulsiones que ya a
principios de siglo lo vaticinaban de destructivo a todos los niveles. Caciquismos
en estado puro, sombras mafiosas que pregonan en “conmigo o contra mí”,
especuladores del suelo a mayor gloria personal y miseria ajena. Puede que
llegado este momento el lector crea que nos hemos equivocado de fechas y estamos
retratando la plena actualidad. De ahí la grandeza de esta novela, su
atemporalidad, por desgracia. Cualquier posicionamiento que tomemos nos
parecerá justificado y en algunos casos desearemos ser uno los charnegos que
cruzó el Ebro en busca de fortuna y quizás la consiguió. Puede que algún
apellido haya revertido vocales para dar fe de “seny” y antigüedad y en algún momento
de su existencia no sepa situar exactamente su origen. Poco importará. En
definitiva cada quien es de donde pace más que de donde nace como tantas veces
queda de manifiesto. Solamente habría que tener en cuenta que al final, la
vida, en mayor o menor medida, te sale al encuentro. Y puede que como al
admirado Onofre, un crack bursátil te sirva como excusa perfecta para
desaparecer ante los demás y emprender una nueva vida. Poco importará si es real
o solamente producto de la imaginación de aquellos que te tomaron como ejemplo,
y no siempre, recomendable. Lectura obligada para más de un caso que yo me
conozco, y que algún lector reconocerá sobre su mismo reflejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario