martes, 31 de enero de 2017


Los cómics



Tantas veces considerados los hermanos pobres de la lectura, los cómics, en muchas ocasiones han servido de inicio a la misma. Refrescad la memoria quienes seáis aficionados a ella y veréis como en vuestro currículo lector aparecen. Y lo hicieron desde las más variadas formas, tamaños y soportes. Los había apaisados de tirada semanal en los que Roberto Alcázar y Pedrín daban cumplida réplica a los modelos policíacos americanizados en busca de justicias inimaginables en la actualidad. Y si retrocedían en el tiempo, sobre formatos similares, El Jabato o El Capitán Trueno alternaban en disputas lectoras atravesando mares y cabalgando entre sus fieles amigos. Tardes eternas que se menguaban al calor de la lumbre entre sus viñetas imaginando las miles de aventuras que sus escudos presagiaban. Y si avanzábamos en los años, las Hazañas Bélicas surgían de entre las trincheras de manos del Sargento Gorila para dar cumplida cuenta a base de granadas o morteros de todos los enemigos que tomábamos como nuestros. La cuestión era leer aunque fuesen bocadillos enmarcados en aquellas páginas de papel tupido. Para los mayores quedaban las novelas de Marcial Lafuente Estefanía. No tenían dibujos sobre los que descansar las pupilas y el Lejano Oeste nos lo aproximaban Rintintín o Buffalo Bill y sus proezas. Nadie consideraba pecaminoso el exterminio de los “pieles rojas” desde su puntería ni la caza furibunda de bisontes. Cuestión de inocencias infantiles a las que fácilmente se les suele engañar. Cumplimos años y aparecieron por nuestros anaqueles como regalos de onomásticas las aventuras que promovía Julio Verne en aquellos libros de Bruguera simbiontes. La letra pura y dura alternaba con las meramente ilustradas y pasabas de unas a otras sin mayor complicación. El deseo de leer se iba afianzando irremediablemente y con él, tu paso hacia la adolescencia. De cuando en cuando revisabas, y sigues revisando, aquel formato enmarcado en tapas duras en las que Lucky Luke daba cuenta de los Primos Dalton. Te sigue extrayendo una sonrisa. Sonrisa que continúa si decides explorar la Galia de manos de un Astérix invencible que tantos momentos de gloria sigue proporcionando a la historia que pudo haber sido y fue. Una historia que forjó el deseo de dejarse llevar por las firmas que fueron capaces de encauzarnos por las vías del disfrute lector. Y en eso estamos, y en eso seguimos. Ocupando el altillo en nuestra propia viñeta de un cómic cuya dirección vuelve a ser el número 13 de la Rue del Percebe. Nadie quizás recuerde cuando fue la última vez que los leyó con el ímpetu propio de aquella curiosidad. Pero de lo que no me cabe duda es  que aquellos que los disfrutamos les debemos el saber que gracias a ellos, a nuestros queridos cómics, ahora seguimos enfrascados en la magia que toda lectura comporta. Quienes no los disfrutaron igual piensan que su infancia anduvo coja y quizás  lleven razón al pensarlo.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario