1. José Roberto
Valero
Es verlo aparecer y saber que con él llega el
optimismo. Como si el mismo molde de la chulería se desprendiese de su piel, se
asoma, descabalga, se aproxima y toma asiento. Abraza con la confianza y verdad
que emana de la verdad misma para dejar constancia de que las medias tintas no
tienen cabida en el cobijo de su sombra. Ronquea desde las nicotinas a las que
ayuda con los estribillos roqueros que tanto le son afines y se deja llevar. Es
el primogénito que el reino del deber eligió y cumple sobradamente con esa
carga. Nada se le antepone a los cilindros de su motor internos cuando la
combustión de su sangre pide exceso de revoluciones y marchas potentes. Vive el
momento como si el momento le debiese disculpas y siempre otea el cielo a la
espera del próximo otoño lluvioso que le transporte a las bases de los pinares.
Allí, echándole de menos, las esporas se hicieron sombrillas y gustosas
emprenderán con él el camino de vuelta. De la cesta entretejida se irán
desprendiendo las semillas futuras como si la senda del mañana precisará de
mojones que dieran testimonio de su existencia. Se asomará para seguir contando
las almenas del castillo que le recuerda de dónde viene y dónde perdura. Más
abajo, a modo de frontera, la nave franqueará a la senda semiolvidada por las
huellas que ignoran el valor de los pasos. Verá crecer día a día los verdores
que reclamarán alientos y sin queja alguna dará por bueno cualquier avatar que
la vida le lance. Nada supondrá un obstáculo para quien tan acostumbrado está a
superarlos. Y será clemente con ellos para no amargar más aún el sabor de la
derrota que les será llegada. Hará un hueco en los anaqueles de sus sueños a
todos aquellos que tuvieron la osadía de dejar escritas las vidas, las
emociones, las huellas de un ayer común. Estad atentos al rugido del su
montura. Se acerca la hora de la charla y el mediodía se aventura a ser el
tabernáculo de la amistad. Una vez transcurridas las horas, a eso del cambio de
fecha, el sosiego tomará la palabra y junto a Roberto no se sentirá extraña.
Dará por buenas las acciones reprobables de otros por saber que cada cual es
dueño de sus actos y en nada recriminará al errado que no quiera reconocerlo.
Llegada la hora, alzará la vista, y como siempre, bajará marcando el paso a la
vida que tanto exprime y tanto disfruta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario