miércoles, 31 de octubre de 2018


1. José Mateo Dalmau


Lo más probable será que cuando se percate de ser el protagonista de este boceto instantáneamente se yerga, acomode el pelo, ajuste su chaqueta y componga su postura adecuadamente. Sacará de sí mismo ese innecesario documento que lo acredita como efebo del presente y estará pendiente de recontar cuántas miradas se le enfocan. Sonreirá desde la ironía que le caracteriza y mentalmente llevará las cuentas del coste que todo este protagonismo le va a acarrear. Todo lo dará por bueno porque para él el concepto de amistad se caligrafía en mayúsculas. Su trípode vital lo sustenta sobradamente y ni siquiera los vaivenes del capricho lo logran derrumbar. Caso de que la tormenta aparezca se encontrará con la protección laminada que de su constancia nace para evitarle daños. Multiplicará dedicaciones a quienes quiere porque de ello hace su modo de vida y subsistencia. Se evitará el  defraudar a alguno de sus puntos cardinales y esconderá el pudor a  la caída de la tarde en el tintero discreto del segundo plano de la vía. Jugará con las sorpresas para que de ellas nazca el nuevo reconocimiento de su generosidad y complacerá sin límite a las sangres que le identifican. Las horas le recorrerán las venas intentando que sus días sean más largos y a pesar de todo tendrá tiempo para quienes tiempo y charla necesitan. Este artesano de los fogones se preciará de especiar como nadie las viandas que a sus manos lleguen y del yantar compartido extraerá nuevas satisfacciones que amplíen el álbum de sus recuerdos. Se soñará timonel del bergantín que cruce el Bósforo mientras entona la esproncédica rima que hincha sus velas. Jugará a ser el adolescente espontáneo que jamás perdió la insensatez que durante esos púberes años se viste de moneda de cambio. Acumulará tantos afectos que precisará de espacios abiertos por donde tenderlos para dejar constancia de ello. Se viste por los pies y de los pies nace la firmeza y la convicción de su modo de actuar. Puede que eche de menos la cosecha de aquellas matas que lo extrañan. Puede que no logre entender los méritos contraídos para figurar en la lista de este fotomatón de letras. Puede, que en el fondo, sepa que aquellos que lo tenemos cerca tenemos claras las virtudes que atesora, la gentileza que desprende y lo impostada que resulta la chulería que mal disimuladamente exhibe a modo de coraza protectora. Tan solo será necesario un “¿jau?” como reclamo y toque breve de atención para poderlo comprobar al instante.    

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