viernes, 26 de octubre de 2018


Correr por una causa



Desde siempre me ha llamado la atención la natural querencia del ser humano a correr. Nada más ser capaz de mantenerte en pie esa necesidad aparece. Como si quisiera el sistema locomotor justificar su existencia algo desde dentro se pone en marcha de modo innato. Pasa el tiempo y unas veces persigues  un balón, otras alcanzas a un rival, otras, sencillamente, las realizas en soledad como si quisieras dedicarte pausa y reflexión. De la competitividad haces o deshaces un objetivo y tienes claro que lo importante es correr en pos de una causa. Y ahí precisamente, cuando la causa aparece, entiendes el porqué de aquellos primeros esprintes. Solidaridad, se llama. Y si de primero se apellida Leucemia y de segundo Infantil, entonces ninguna excusa se antepondrá al hecho de participar. Dará igual si hace años que bajaste el ritmo o dejaste de lado la práctica de la carrera. Dará igual si las articulaciones te piden un poco de sensatez y cordura para evitarte lesiones. Dará igual si acabas el último de entre los últimos. Lo importante será formar parte de ese grupo colegial que se ha embarcado en tan hermosa iniciativa y la va a llevar a cabo contando contigo. Verás el gradiente de edades que enfundados en el azul cielo darán la vuelta a la manzana para poner en valor lo que tantas veces se ignora. Pasarás lista a las orlas de los años precedentes y cuando tu vista se dirija  a aquella en la que el luto aparece fuera de tiempo pensarás que se merecen esta reivindicación. Aquellas y aquellos a los que el destino segó prematuramente su futuro fueron parte de tu ayer y siguen siendo parte de tu hoy. Pasarás por las calles que les vieron correr y sabrás que la Vida suele ser demasiado cruel cuando decide poner fin a quien el fin no merece. Puede que incluso te remuerda la conciencia aquella nota insuficiente que les pusiste sin saber que insuficiente sería su recuperación. Tendrás la plena certeza de que algo les debes, que mucho les debes, y aquí estás dispuesto a remediarlo en la medida de lo posible. Correrás por ellos para que nunca más el destino te haga pasar por la frontera del dolor de una pérdida prematura. Dará igual el puesto que consigas al llegar a la meta porque el galardón se te ha adherido a modo de lazo sobre el pecho. Puede que a partir de ahora seas capaz de comprender cuánto merece la pena la vida cuando la vida que te rodea florece en una eterna primavera. Todo lo demás, creedme, es secundario.       

No hay comentarios:

Publicar un comentario